Valença: la fortaleza con puertas abiertas de par en par.

Fotos: Juan Girón Roger.
Corría 1807.Las tropas españolas (6.500 efectivos de un total de 25.500 destinados a tomar todo el país desde distintas áreas), a las órdenes del general Francisco Taranco y Llano ( que fallecería ese mismo invierno), entraron en Valença do Minho (Portugal). En su febril afán por dominar Europa, Napoleón había engañado a Fernando VII, atrayéndolo a París con el cebo de que, para compensarle la pérdida de Gibraltar, Francia y España se iban a repartir Portugal.Para formalizar el acuerdo, Godoy firmó el Tratado de Fontainebleau. Así que una parte importante del ejército español salió de España, dejando el terreno libre a las tropas francesas que lo que buscaban era penetrar y quedarse en el país para invadirlo. A eso, seguirían las presiones a Fernando VII para que cediese su corona al hermano de Napoleón, José Bonaparte, el famoso "Pepe Botella". En 1809, las tropas de "l´Empereur", mandadas por Jean-de-Dieu Soult, entraron en la plaza portuguesa y como el gobernador de Valença se negase a abrir las puertas de la fortaleza, el invasor francés no dudó en hacer volar la Porta do Sol de las murallas.
Así, pues, Valença ("la valiente") fue la puerta de entrada para las tropas españolas y más tarde para los destacamentos franceses (no sería hasta 1808, cuando el ejército español establecido en Oporto supo del levantamiento del 2 de Mayo en Madrid; de inmediato, apresaron al general de división francés y a su escolta y se apresuraron a engrosar los ejércitos que luchaban contra Napoleón).
Desde entonces, mucha agua ha corrido bajo el puente, como se suele decir. Valença aprovecha su situación fronteriza con España para impulsar su comercio ( bebidas, tabaco, toallas, etc. a un precio más competitivo que en España) y hasta forma, desde 2012, una "eurociudad" con su vecina española, la localidad gallega de Tuy -" dos ciudades, tres idiomas y dos pueblos unidos por un río, una emoción y una voluntad (...) y una fuente de historias y relaciones creadas durante siglos de coexistencia profunda y fraternal", según reza el folleto informativo portugués-, que se alza al otro lado del río Miño, separada por dos puentes: uno, para coches y otro mixto, para vehículos y peatones. Y de fondo, la tradición y la religiosidad: San Theutonius es el santo patrón de Valença, mientras que San Telmo lo es de Tuy, tradiciones que se remontan ocho siglos atrás en el tiempo.
La Puerta de Azogue (mercado) de la fortaleza es una de las partes que mejor se conservan de la fortificación medieval (siglo XIII). Desde el oeste de la fortaleza, se llegaba a la Fuente de la Villa y a las márgenes del río Miño, en su orilla izquierda. Diez escalones de una escalera asociada a una muralla de tierra son el vestigio más antiguo, con materiales de la época romana (siglos I-IV) que fueron utilizados en la construcción de la muralla medieval.
La ciudad portuguesa -que se halla en la ruta lusitana del Camino de Santiago- presume de su fortaleza (siglos XII- XIII), que ha presentado para que la reconozcan como patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Bien conservada, parte de la región Porto e Norte de Portugal y del distrito de Viana do castelo, da fe del espíritu defensivo de los portugueses frente a su vecino del Este, es decir, nosotros, los españoles ( en 1643, la fortaleza consiguió evitar una incursión española en la guerra de Restauración y en 1654, fue invadida por tropas españolas, pero reconquistada poco después). Hoy, de fortaleza, considerada como la fortificación más importante del Alto Minho, inexpugnable en la "rive gauche" del Miño, ha pasado a polo de atracción que abre sus puertas al visitante e invita al viajero a cruzar sus murallas y visitarla.
La ciudad conserva rincones muy pintorescos. Buen número de iglesias y de mansiones antiguas son testimonio de una rica historia pasada.
La gastronomía también es atrayente para el viajero. Bacalao ( planto nacional de Portugal) en sus distintas variantes:a la parrilla, al estilo Braga...), lamprea a la bordelesa (cocinada en su propia sangre), el pez sábalo, las angulas, la lubina, el arroz de marisco, el chuletón y tantos otros platos que se pueden regar con vinho verde ( que curiosamente, puede ser blanco o tinto, nunca verde).
Algunas edificaciones han perdido la atención y el interés de sus dueños o quizá sus propietarios ya no tienen nada que ver con ellas. Por eso, vemos bastantes construcciones imponentes que se están deteriorando a ojos vista. Muchos centros comerciales se han cerrado y hasta hay antiguas salas de cine donde ya no se ven películas de Antonio Vilar, Amália Rodrigues, Virgilio Teixeira ni siquiera de John Wayne, sino que hoy son centros de reunión de cultos evangelistas o luteranos, como el de la brasileña Igreja Videira, una "iglesia en células" liderada por el pastor presidente Aluízio Silva, que propugna que todos los cristianos se salvarán al final de los tiempos, sólo que algunos -los que respeten y cumplan las escrituras de forma más estricta- recibirán un galardón.
Para los aficionados a la historia militar, el Museo Museológico municipal muestra diversos ingenios bélicos de propulsión que se remonatan a los albores de este país.
Lo profano se hermana con lo sagrado en la oferta al turista. La Vírgen de Fátima, el peregrino del Camino de Santiago, e incluso el gallo que simboliza Portugal, comparten un apretado espacio en la estantería con el licor de café "Hijoputa" y el de leche "Licor de Merda".
En período de Semana Santa, Valença organiza dentro de las murallas de su fortaleza una recreación de la pasión de Cristo que merece la pena visitar. Los actores se toman muy en serio sus papeles y los cuadros escénicos están bien planteados.
Valença tiene encanto. El encanto que le otorgan su abigarrada historia, sus recónditos rincones y la mágica atmósfera que emana del tramo final, antes de fundirse con el océano Atlántico, del caudaloso río Miño, del que -por si les interesan las historias inquietantes- alguna leyenda galaica cuenta que, en tiempos remotos, salían voces misteriosas.

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