Walter Canevaro: magia, simbolismo y acordes de tango.

Walter Canevaro, delante de su obra “Siempre quiso volar”.
Texto y fotos: Juan Girón Roger.
Suenan las campanas. Expone Walter. Señas de identidad: payaso y pintor.
El pintor y dibujante Walter Canevaro expone en la sala “Parcería” (“asociación” en portugués), en el madrileño barrio de la Arganzuela. Su muestra se llama “Cross, tiempo de revancha,” en referencia al derechazo que propina el púgil en el cuadrilátero. Lo cierto es que sus dibujos tienen esa fuerza. Y te dan de lleno sin que los veas venir.
Walter es un respetado artista con un estilo propio plagado de magia, simbolismo y acordes de tango. Tuve la satisfacción de coincidir con él en la redacción del extinto semanario “Tiempo” del Grupo Zeta, en la madrileña calle de O'Donnell, donde Walter brillaba con sus increíbles portadas realizadas con aerógrafo, un instrumento de aire comprimido para crear obras de arte.
Este argentino nacido en la localidad de Goya (“¿Qué mejor sitio para que nazca un pintor?”, dice), donde su madre consiguió encontrarle un profesor de dibujo cuando el chaval sólo tenía ocho o nueve añitos: “El 'Mono' Colodrero me hizo descubrir los dibujos de Alex Raymond ”[el creador de “Flash Gordon” y “Rip Kirby”, entre otros conocidos tebeos]. Después, estudiaría dibujo por correspondencia. A los diez años, Walter acabó dejando su domicilio en el 676 de la calle Colón de su pueblo natal para trasladarse con su familia a la gran ciudad.
A bordo de un automóvil Plymouth del 47 y con una bandeja de sándwiches, llegó a Buenos Aires, ciudad que lo marcó para siempre. “Allá encontré las luces de neón, los billares, el tango”, recuerda. “Y de la infancia, pasé a publicar historietas, que no se llamaban ni cómics ni revistas ilustradas, sino historietas. Con 14 años, fui a ver al célebre guionista de historietas Héctor Germán Oesterheld, que me atendió muy bien y me deseó buena suerte. Oesterheld fue uno de los desaparecidos por la junta militar.”
Walter estudió con grandes maestros argentinos de las artes plásticas: Demetrio Urruchúa, célebre continuador del muralismo mexicano; Cecilia Marcovich, alumna de André Loth en el Paris bohemio que introdujo el cubismo en la Argentina; el ilustrador Ángel Borisoff; o el dibujante Alberto Breccia.
En la Argentina tuve más suerte que cabeza. La verdad es que trabajé en los mejores sitios, salvo en el diario ‘Clarín’ donde todo el mundo dice que ha trabajado”,ironiza. Un sólido historial profesional da fe de ello: ilustraciones, historietas, dibujos animados, televisión, iniciativas editoriales (Canevaro fundó Ediciones del Rescate, “para denunciar la represión desde el arte”, donde llegó a colaborar el escritor Julio Cortázar).
Luego, vendría el exilio. La junta militar argentina mandaba secuestrar y hacer desaparecer a mucha gente del mundo de la cultura -así como buen número de otros disidentes. Walter Canevaro necesitaba trabajar en paz y libertad. Así, Walter llegó a España en 1976 y trabajó para “La Codorniz” (bajo el seudónimo de “Fracanapa,” en homenaje a una intensa composición musical de Astor Piazzolla). En aquella mítica publicación obtuvo el apoyo de Álvaro de la Iglesia que, de inmediato, confió en el talento del artista llegado del otro lado del charco.
En España, Walter Canevaro ha ilustrado publicaciones como “Playboy”, “Penthouse”, “Lui”, “La Codorniz”, “Tiempo”, “ABC”, “El País”, “Interviú”, entre otras.
El mundo de los payasos es clave en la visión de Canevaro y cómo se enfrenta a la vida y a su entorno. “Yo soy muy tímido. A mí no me subían a un escenario ni pagándome. Me engañaron y me hicieron ir a una clase para hacerse clown y fui una vez. Me costaba salir y subir al escenario. Pasó el tiempo, y ahora ya no me quiero bajar. Ser clown es maravilloso. Yo se lo aconsejo a todos. Porque dejan la realidad aparte, en la puerta, y pillan al niño que llevamos dentro. Y además recibes el gran premio de la risa y hasta te aplauden. No pienses, porque si lo haces, pierdes. Como clown, puedes transformar el drama en otra cosa. Yo he sido un pintor negro, renegro, renegrido; pero mi lado de clown transforma todo eso en luz”.
Muy próximo al poeta argentino Horacio Ferrer y su esposa Lulú Micheli, aquél confió a Walter el manuscrito de su ópera “Dandy” (“el ‘Hamlet’ rioplatense”, subraya Canevaro) llena de sonidos americanos. Fruto de aquello fue una serie de medio centenar de dibujos, alguno de los cuales se puede admirar en la actual muestra de Madrid. En esta línea, Walter también ilustró “El celular y otros poemas”, del poeta nicaragüense y antiguo ministro de Cultura sandinista Ernesto Cardenal, y “Majestad”, de la poetisa uruguaya Ida Vitale.
Algunos proyectos editoriales en los que Canevaro colaboró con el poeta, filósofo e historiador José Luis Salinas.
Ahora Walter está revisitando “dibujos furiosos” que realizó en 1977, redibujándolos y considerando aquellos temas para futuros proyectos editoriales y exposiciones.
Lo interrogo: “¿Cómo describirías el universo pictórico de Walter Canevaro?”. Walter me reprocha con la mirada esta pregunta inmensamente amplia. “Siempre está el drama, el sarcasmo, la crítica, lo cercano, el amor, el tango, Buenos Aires, el expresionismo junto con el lirismo. Y los temas son el tango; la denuncia del autoritarismo, de la matanza; y la esperanza que de pronto está en un desnudo de mujer o en la expresión de unos payasos”.

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