España: 50 años de democracia
(Foto: Pexels-Pixabay)
Por Juan Girón Roger.
Artículo publicado originalmente en
https://www.herodote.net/histoire/synthese.php?ID=3551&get_all=1&ID_reac=21379&tout=1#21379
¿La verdadera locomotora de la Unión Europea?
"Todo ha quedado atado y bien atado." Esta frase fue pronunciada por el general Francisco Franco, el último dictador español, en diciembre de 1969. Acababa de designar a Juan Carlos de Borbón, nieto del antiguo rey Alfonso XIII, como su sucesor al frente del Estado español. El Caudillo ("guía") estaba convencido de que, al restaurar así la monarquía, aseguraría la continuidad, más allá de su muerte, del régimen nacido tras su victoria en la guerra civil española de 1936-39. Pero la Historia, a menudo caprichosa, tomaría un rumbo muy diferente...
Una "Transición" democrática y social inesperada
La muerte de Franco, el 20 de noviembre de 1975, llevó a España a transformaciones sin precedentes en todos los ámbitos: económico, político y social. Así lo analiza Carlos Sanz Díaz, profesor de Historia en la Universidad Complutense de Madrid y en la Escuela Diplomática: "La sociedad española y sus valores han cambiado a un ritmo vertiginoso, con la secularización (53,6 % de católicos en 2024 frente al 88 % en 1975), la apertura hacia el exterior y la configuración de una sociedad más pluralista y diversa."
De una economía centrada en la agricultura y el turismo en 1975, España también pasó a una economía diversificada y moderna, con una industria manufacturera eficiente en la exportación. El PIB (Producto Interior Bruto) progresó de 36.126 millones de euros en 1975 a 1,244 billones en 2019. El nivel de vida aumentó de 1.107 euros (PIB per cápita) en 1975 a 30.990 euros en 2023 (cantidad ajustada por la inflación).
En 1986, la entrada de España en la CEE estimuló las exportaciones y atrajo inversiones extranjeras. De una inflación de más del 20 % en 1975, se redujo al 3,5 % en 2024. En cuanto a la deuda pública, en 1975 representaba el 16,6 % del PIB, y en 2024 alcanzaba el 105,6 % del PIB, reflejando los desafíos fiscales tras la crisis financiera y la pandemia de COVID-19.
"En 1975, España era un país con una baja proyección internacional, obstaculizado por la dictadura franquista y aislado de las principales instituciones políticas y económicas occidentales", comenta el profesor Sanz Díaz. "Aunque España había obtenido cierto grado de reconocimiento internacional en las décadas anteriores, en 1975 todavía se consideraba una anomalía como el último régimen autoritario en Europa occidental. A pesar de su alianza con Estados Unidos durante la Guerra Fría, su participación en la ONU (desde 1955) y en el FMI (desde 1958), España no formaba parte de la CEE ni de la OTAN, y su régimen político la mantenía al margen de las democracias del Viejo Continente. Su política exterior estaba marcada por el pragmatismo económico y las relaciones con América Latina, el mundo árabe y algunos países del bloque anticomunista."
Al término de una "Transición" de 50 años, España se presenta como una "democracia integral" en las valoraciones internacionales, con un alto grado de descentralización administrativa y la mayor descentralización fiscal en Europa, ya que las Comunidades Autónomas (regiones o provincias) pueden gestionar y recaudar ciertos impuestos para proporcionar servicios públicos esenciales.
Según el índice de democracia de The Economist de 2024, que evalúa aspectos como los procesos electorales, el pluralismo, las libertades civiles y la participación política, España ocupa el puesto 21 mundial en términos de calidad democrática, con una puntuación de 8,07 sobre 10 (igual que Francia).
Otro ranking de The Economist sitúa el rendimiento económico de España en la cima de los 37 países de la OCDE (diciembre de 2024). El crecimiento del PIB español en 2024 alcanzó el 3,2 % (cuatro veces más que la media de la zona euro, que fue del 0,8 %). Además, como locomotora de Europa, España representa el 40 % del crecimiento económico de la zona euro, superando significativamente a Alemania y Francia.
Los gobernantes de todos los bandos en acción
La modernización socioeconómica de España no se realizó de la noche a la mañana. Fue el resultado de una voluntad política consensuada, tanto de derecha como de izquierda, como lo demuestra la rápida sucesión de presidentes del gobierno en el palacio de la Moncloa: Suárez, González, Aznar, Rodríguez Zapatero, etc. Cada uno de ellos dejó su huella en el país, enfrentando desafíos y promoviendo reformas que transformaron la sociedad española.
(Collage de hemamen.blogspot.com)
• Carlos Arias Navarro (noviembre 1975-julio 1976): "Franco ha muerto"
Nombrado por el general Franco, Carlos Arias Navarro no fue capaz de responder a las expectativas de cambio inmediato de los ciudadanos; diversas protestas y manifestaciones tuvieron lugar en las calles, y su desacuerdo con la Corona llevó a su dimisión. El rey Juan Carlos I nombró a Adolfo Suárez presidente del gobierno en julio de 1976.
• Adolfo Suárez: "Puedo prometer y prometo"
Antiguo secretario general del Movimiento (el aparato estatal de la España franquista entre 1937 y 1977), Adolfo Suárez fue determinante en el salto hacia la modernización del país. Ganó las elecciones de 1977 al frente de la UCD centrista, y volvió a triunfar en 1979. Obtuvo la buena voluntad y el apoyo de la izquierda, la derecha e incluso del antiguo régimen. Bajo su mandato, desde 1977, España se adhirió al Consejo de Europa, el club de las democracias europeas. Fue un año antes de que se aprobara por referéndum una Constitución democrática. También bajo su gobierno se legalizaron todos los partidos políticos, incluido el Partido Comunista de España .
Las primeras elecciones democráticas desde la guerra civil pudieron tener lugar, y como colofón, se redactó la Constitución de 1978, marcando un gran ejercicio de concordia social donde los dos bandos de la guerra hacían borrón y cuenta nueva y miraban hacia el futuro: el resultado fue la consolidación de la democracia y la estabilidad nacional tras la dictadura franquista.
Suárez vivió una época de grandes cambios que coincidió con la primera crisis del petróleo. En 1975, según los datos de la ONU, España ocupaba el décimo lugar (11.431 millones de dólares) de los países por su PIB (Francia se encontraba en el quinto lugar del ranking, con 357.042 millones de dólares). La inflación en 1976 era del 20 %.
Con su partido en caída libre, tuvo que dimitir en 1981 y se retiró de la política. Fue reemplazado por Leopoldo Calvo-Sotelo (UCD, febrero 1981-diciembre 1982), bajo cuyo gobierno España se adhirió a la OTAN (mayo 1982), se democratizó el ejército (tras el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981) y se aprobó la ley del divorcio (1981), creando cierta controversia dentro de las filas centristas.
• Felipe González (PSOE): "Gato blanco o gato negro, lo importante es que el gato cace ratones"
González gobernó durante tres legislaturas, de 1982 (con mayoría absoluta) a 1993 (pactando con los nacionalistas catalanes y vascos). Su vocación europeísta y su espíritu modernizador sólo fueron empañados por el aumento del desempleo y la corrupción del gobierno.
Su gabinete devaluó la peseta, controló el déficit y llevó a España a una reconversión industrial que afectó a las industrias siderúrgica, textil, naval y al sector bancario, muy tocadas por la segunda crisis del petróleo. Esto generó numerosos despidos: en 1985, la tasa de desempleo alcanzó el 22 %.
El 14 de enero de 1986, España ingresó en la Comunidad Económica Europea (CEE, hoy Unión Europea), al mismo tiempo que Portugal. Su aislamiento secular se rompió y su economía registró desde entonces crecimientos anuales del 5 %.
Las relaciones con Francia mejoraron y se estableció una estrecha colaboración para poner fin a la impunidad del grupo terrorista ETA en su santuario francés. En 1982, se abrió la frontera con la colonia británica de Gibraltar, cerrada desde 1969. Otro paso importante fue el reconocimiento del Estado de Israel en 1986.
El aborto fue despenalizado en 1985, diez años después de Francia, en tres casos: violación, malformación del feto y riesgo para la salud física o mental de la madre, y en 2010 (bajo Zapatero), una ley legalizó el aborto hasta la decimocuarta semana de embarazo.
En 1992, tres eventos simbolizaron el renacimiento de España en la escena mundial y su integración en la comunidad internacional: los Juegos Olímpicos de Barcelona (un inmenso éxito planetario), la Exposición Universal de Sevilla y la celebración del Quinto Centenario del Descubrimiento de América.
La economía seguía luchando en 1993, con tres millones de desempleados (24 % de la población activa), 5 % de inflación y un déficit público del 6 % del PIB...
• José María Aznar (1996-2004): "España va bien"
Bajo Aznar (PP), la economía se reactivó y experimentó un crecimiento exponencial, el desempleo cayó y la inflación se redujo a niveles históricos.
Se implementó un programa de medidas para cumplir con las exigencias impuestas por la UE con el objeto de poder adoptar el euro como moneda común: así, España formó parte del grupo de once países de la UE que adoptaron la moneda única.
Aznar se apoyó en una política de privatizaciones de grandes empresas públicas (Telefónica, Repsol...) que se tradujo en la entrada de ingresos extraordinarios en las arcas del Estado. Esto permitió reducir la deuda pública y el déficit.
El crecimiento económico llevó a una "burbuja inmobiliaria" y la construcción de viviendas se convirtió en el principal motor de la economía.
En 1997, Aznar decidió incorporar al país a la estructura militar de la OTAN y, ante la multiplicación de los objetores de conciencia, puso fin al servicio militar obligatorio.
Tras los atentados contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, Aznar también apoyó las acciones militares estadounidenses en Afganistán e Irak (2021).
• José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011): "Haré todo lo que pueda y un poco más de lo que pueda, si eso es posible. Y haré todo lo que sea posible e incluso lo imposible, si lo imposible es posible"
Zapatero (PSOE) impulsó varias reformas sociales: el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2005 (ocho años antes que Francia); la ley de igualdad de género (2007, antes de la Ley Copé-Zimmermann de 2011); la ley contra la violencia de género; la reforma laboral con la flexibilización de los despidos; el retraso de la edad de jubilación a 67 años y el aumento del tiempo de cotización requerido; la "Ley Sinde" (equivalente a la ley Hadopi para la protección de obras en internet); una ley sobre la dependencia (2006), con financiación estatal y normas más estructuradas que la legislación francesa en este ámbito, y una ley de memoria histórica (2007) que reconoce a las víctimas republicanas de la guerra civil, fomenta la exhumación de sus fosas y condena el régimen de Franco.
• Mariano Rajoy (PP, 2011-2018): "Viva el vino"
Rajoy pudo realizar una serie de reformas estructurales para combatir la crisis económica: reforma laboral flexibilizando los despidos, fusiones bancarias, reducción del déficit público (8 % del PIB) incluyendo recortes en los servicios y gastos públicos, y aumento del IVA. No pudo ir más lejos debido a una moción de censura que siguió a un sonado caso de corrupción en su partido.
• Pedro Sánchez (PSOE, 2018-...): "Soy un político limpio"
Sánchez llegó al poder en coalición con una plataforma de grupos a la izquierda del socialismo, pero tampoco ha escapado a la estigmatización de la corrupción (que salpicó a su entorno familiar y a su equipo gubernamental).
Sánchez desarrolla políticas que se quieren progresistas: legalización de la eutanasia (2021, España siendo uno de los pocos países del mundo en hacerlo); reducción de la semana laboral de 40 a 37,5 horas para finales de 2025; aumento del salario mínimo interprofesional de 750 euros (2019) a 1.200 euros (2024).
Otras iniciativas del gobierno de Sánchez incluyen la ley de memoria democrática (2022) y la ley sobre el cambio climático y la transición energética : España se ha posicionado como un destino atractivo para la inversión en energías renovables.
En este ámbito, España ha logrado liderar proyectos de hidrógeno verde en Europa, con una cartera de proyectos que representa el 22,6% de la capacidad total de este tipo de iniciativas en Europa. También ha logrado atraer inversiones extranjeras, el doble de las de Alemania, Italia y Francia, alcanzando el 3 % del PIB en 2023 y 2024.
Entre 1957 y 1960, el régimen franquista había abierto España al turismo internacional con el eslogan "Spain is different!" Este mensaje está más vigente que nunca. Y esta vez, sin ningún adorno publicitario.
"De un país aislado y con poca influencia mundial en 1975", se congratula el profesor Sanz Díaz, "España se ha convertido en un socio clave en las instituciones internacionales, contribuyendo a la gobernanza mundial y defendiendo los valores democráticos en la escena internacional. Hoy, es un actor importante en la escena internacional, invitado permanente del G20, miembro destacado de la UE, de la OTAN y de otras organizaciones multilaterales como la OCDE y la OMC. Su diplomacia está alineada con las prioridades europeas y atlánticas, pero mantiene una relación fuerte con América Latina, el Mediterráneo y el mundo árabe. Además, ha reforzado su papel en las misiones de paz y seguridad, destacando su contribución a las operaciones de la ONU y de la OTAN."
Francia y España, la otra "Entente cordiale"
Desde el fin del franquismo, Francia ha apoyado regularmente a su vecino del sur. A partir de 1984, la cooperación policial y judicial permitió perseguir a ETA, organización terrorista vasca, en sus santuarios franceses, y en 1992, se dio un golpe fatal a la dirección del grupo terrorista en Bidart.
Francia también patrocinó la entrada de España en la CEE en 1986... después de haberse opuesto durante mucho tiempo por temor a la competencia en el sector agrícola.
Las relaciones económicas entre los dos países se han fortalecido considerablemente desde entonces: en 2021, Francia era el primer cliente de España y su tercer proveedor. También es el tercer inversor extranjero en España, con 2.900 filiales francesas que emplean a 380.000 personas.
El "milagro económico" español
En términos de volumen, el PIB de España ascendía en 2024 al 10 % del total de la zona euro, superado sólo por Italia (14,5 %), Francia (19 %) y Alemania (29 %); pero la brecha con sus predecesores tendería a reducirse desde hace tres años (2022-2024), según las cifras de Eurostat. Así, en 2023, el PIB de España había crecido un 2,7 % frente al 0,4 % para el conjunto de la zona euro. La previsión de Eurostat para 2025 confirma los buenos augurios: zona euro, + 1,3 %; Francia, + 0,8 %; España, +2,3 %.
Hoy, la patria de Cervantes es la quinta potencia mundial en datos abiertos, útiles y reutilizables según el último informe OURdata de la OCDE (Francia ocupa el segundo lugar). Según UN Turismo (anteriormente conocida como la OMT), España es finalmente el segundo país del mundo en número de pernoctaciones (Francia es el primero).
"España es un milagro económico europeo", señala Javier Morillas, catedrático de economía aplicada en la Universidad CEU San Pablo y consejero del Tribunal de Cuentas del Reino de España. "Y eso, a pesar de que disponemos de un nivel de agua más bajo por metro cuadrado y de un mayor volumen de cadenas montañosas que el resto del continente. Las infraestructuras nos cuestan más que a nuestros vecinos."
La población de España ha crecido de 35,9 millones de habitantes en 1976 a más de 48,5 millones en 2024, pero esta población envejece rápidamente. ¿Las causas? Una natalidad dividida por dos en cincuenta años, de 669.378 nacimientos en 1975 a 322.000 en 2023, en relación con un índice de fecundidad que aún en 1975 estaba entre los más altos de Europa (2,79 hijos por mujer) y hoy está entre los más bajos del mundo (1,19), con un primer hijo a los 31,6 años en promedio.
La mejora de las condiciones de vida se refleja en la esperanza de vida media, que pasó de 73,3 años en 1975 a 84 años en 2024, la más alta de la UE según Eurostat (Francia: 83,1 años).
Busquen al inmigrante
Desde la antigüedad, la sociedad hispánica se caracteriza por la mezcla de diferentes culturas, en una mezcla histórica de diversas civilizaciones. Pero mientras que España fue durante casi cinco siglos un gran país de emigración (hacia Hispanoamérica como hacia... Francia), se ha convertido desde finales del siglo XX en un país de acogida y, ahora, recibe inmigrantes tanto de América Latina como de Marruecos y otros lugares (¿no se dice también que algunos franceses estarían ahora tentados por El Dorado español?).
Esta inmigración, alentada por las autoridades, modera el declive de la población. Diversos observadores coinciden en que también es esencial para el crecimiento económico de España. Así, escribe el gabinete Freemarket Corporate Intelligence (octubre 2024), los inmigrantes contribuyen al crecimiento económico español al reforzar la población activa, cubrir los déficits en sectores clave como la hostelería y la agricultura, y aumentar la demanda interna.
El boom migratorio comenzó a finales del siglo XX. La recuperación económica convirtió a España en un destino atractivo, haciendo que la población extranjera pasara de menos del 2 % de la población total en 1998 a más del 12 % en 2010. La recesión económica de 2008 ralentizó los flujos y provocó la salida de algunos inmigrantes; pero desde 2015, la recuperación económica ha revitalizado la inmigración. Al 1 de enero de 2025, la población de nacionalidad extranjera en España era de 6 853 348 personas (14 % del total), y la población nacida en el extranjero alcanzaba los 9.379.972 (19,1 % del total).
Según la Oficina Estadística Comunitaria (Eurostat), España fue en 2023 el país de la UE que más extranjeros naturalizó (240.208 ciudadanos). El país de Cervantes ya había encabezado esta clasificación en 2011, 2013, 2014 y 2021 (Francia lo fue entre 2008 y 2010). Esta política de apertura también tiene su reverso con una importante inmigración irregular que tiene dificultades para incorporarse a la población activa (según fuentes policiales, en enero de 2025, España representaba cerca del 65 % del total de la inmigración ilegal en Europa).
Zonas oscuras
España ha borrado en medio siglo gran parte de su retraso respecto al resto del continente, pero su trayectoria aún presenta muchas zonas oscuras. El 26 % de los españoles se sitúan por debajo del umbral de pobreza; además, el ingreso disponible de las familias sigue siendo inferior al de Alemania, Francia, Italia y el resto de la zona euro. A esto se suman la dificultad de acceder a la compra de una vivienda y, sobre todo, el desempleo: el 10,4 % de la población activa en enero de 2025, el índice más alto de la UE (7,5 % en Francia).
Este alto índice se debe a la volatilidad del empleo frente a crisis como la de 2007-2013, que llevó a la pérdida de 3,6 millones de empleos (en el mismo período, Francia creó 83.000). Entre 2004 y 2007, España era la octava economía mundial, pero luego vinieron las crisis financieras, la crisis de la deuda soberana y la recesión provocada por la pandemia, de modo que hoy en día, ya no es más que la decimoquinta economía mundial en volumen del PIB.
Otras zonas oscuras son la productividad laboral (8 % por debajo de la media europea) y el nivel relativamente bajo de los salarios. En 2025, el salario medio español es de 32.500 euros frente a 42.800 en Francia, mientras que el salario mínimo español es de 1.184 euros al mes y el francés, 1.766.
Quedan las cargas administrativas. "El marco institucional, que se ha deteriorado en los últimos siete años, debe mejorarse", declara el profesor Javier Morillas. "Debemos reducir el poder discrecional del gobierno en la asignación de los fondos europeos Next Generation. También es necesario eliminar numerosas subvenciones que se utilizan para generar redes clientelistas, y reducir el déficit y la deuda pública que sostienen en gran medida el crecimiento asistido de nuestra economía. También es necesario aligerar la carga del sector público y de las empresas y fundaciones públicas actualizando el programa CORA (Comisión para la Reforma de la Administración Pública). Se necesita un nuevo plan para dinamizar las infraestructuras, especialmente el transporte ferroviario de mercancías. También sería necesario emprender un nuevo plan hidrológico nacional, estimular el espíritu empresarial y la imagen del empresario como generador de riqueza y empleo, así como reorientar a España en la escena internacional, distanciándose de los populismos latinoamericanos y los narcoestados. También es necesaria una lucha frontal contra el tráfico de drogas, comenzando por declarar una zona de intervención especial en Cádiz, en el estrecho de Gibraltar y en el Guadalquivir. Además, España necesita una lucha decidida para el control de las fronteras contra la inmigración ilegal; la eliminación de los aspectos legales que favorecen a los ocupantes ilegales; y también necesita recuperar el espíritu constitucional y de la Transición, derogando la corrosiva y divisiva ley de la memoria democrática".
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