Cuando Lucifer se mete a apuntador de escritores en busca de editor
¿Recuerdan aquello de que "escribir en España es llorar"? Parece que no lo dijo Larra, pese a la creencia general. Pero para algunas personas, escribir equivale a temblar, sudar frío, que te castañetéen los dientes, estremecerte por los escalofríos que sacuden tu espalda, vivir el significado del terror cada día, no pegar ojo por las noches y oler intensamente a azufre a tu alrededor. ¿Estamos hablando de Edgar Allan Poe? No, ni tampoco de Lovecraft ni de Stephen King. Nos referimos a una madrileña que un buen día visitó la redacción de "Pueblo" -cuyas puertas debían ser de vaivén como las de los "saloons" del Lejano Oeste, mayormente por el tráfico de variopintos personajes que nos visitaban- y pidió audiencia con la sección de reporteros.
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