Silda Legrand: de estrella rutilante de Pérez Prado, a bailarina en un barrio "de mala nota"
La llamaban "la perla de Cuba". Silda Legrand, era una mulata caribeña que se prodigó por las salas de fiesta de Madrid a finales de los 60 y hasta comienzos de los años 70 del pasado siglo. En 1983, ya con algunos años de más sobre sus espaldas, volvió a Madrid. Me comentó que en el "número de la alfombra" ( no me pregunten), no tenía rival. Per no la contrataron en el "Pasapoga" ni en los "Alazán", "Casablanca", "Cisne Negro", "J´Hay" o "Lido". Ninguna de esas prestigiosas salas de fiesta quiso saber nada de ella.
Acabó actuando en un sospechoso club en Desengaño, una calle que al anochecer se volvía sórdida y era tomada por las damas de la noche, las de la profesión más antigua del mundo, por sus macarras, y por el respetable público que era su clientela final. A lo largo de esa calle madrileña no lejos de la Gran Vía, había tugurios para todos los gustos y señoras que ofrecían sus servicios al transeúnte que pasaba por allí y en ocasiones lograban llevárselo a un "meublé" de la misma acera donde lo más limpio que se encontraba eran las toallas ofrecidas por la "madame" de turno ( ¡cuánto término francés para hablar de estas cosas tan licenciosas!) . Volviendo a Silda, me dio la impresión de que fue la víctima propiciatoria de un agente sin demasiados escrúpulos y de un caché que, por desgracia, sus años habían arrastrado a profundidades abisales.
Los dejo con la entrevista que publicó el diario"Pueblo", con foto del formalísimo Medina.
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