24 lustros garantizando la seguridad y los derechos de los madrileños.

La policía municipal madrileña cumple 120 años. Y el Museo de Historia de Madrid le dedica una exposición a la efeméride. Lo cierto es que el policía municipal, al servicio del ciudadano y dependiente del ayuntamiento de la ciudad, me hace pensar en el antiguo sheriff y su ayudante en los pueblos del lejano Oeste americano. Salvando las distancias, claro. A menudo los hemos llamado guardias, algunos se referían a ellos como “el guardia del pito” por su relación con el control del tráfico.
El cuerpo había nacido en 1838 en Madrid para vigilar la circulación de los carruajes tirados a caballo. Llegaron los automóviles y el trinomio carruajes de caballos, automóviles y peatones dio como resultado un preocupante número de atropellos y accidentes.De ahí la petinencia de este cuerpo sancionador.
Sus antecedentes se remontan, sin embargo,a épocas más remotas: En 1561, Felipe II instaura la Corte en Madrid y ya hay constancia del primer bando de Policía de la Villa de Madrid dictado por el alcalde. Los que en principio eran alguaciles ( ya desde el siglo XIII) deben atenenrse a un reglamento en 1743. Al parecer, los policías locales se nutrían de antiguos combatientes, militares retirados o que habían recibido heridas en campaña. Carlos III crea en la segunda mitad del siglo XVIII una milicia urbana con efectivos que habían sido heridos en la guerra.Ya en 1838, entra en vigor el reglamento orgánico de la guardia municipal madrileña, regulación que pone punto y final a la existencia de los antiguos alguaciles y de sus ayudantes, los llamados porteros de vara.
Cuerpo armado que a menudo colaboró en operativos importantes con el cuerpo superior de Policia Nacional ( policía judicial) o con la Guardia Civil, la policía municipal se cimentó en la Academia Preparatoria para Guardias Municipales de 1906, primera escuela de formación policial en España, que trataba de dar respuesta a las necesidades regulatorias creadas por la aparición de los automóviles motorizados, ingenios que debían cohabitar con los tradicionales carruajes de tracción equina de toda la vida en las calles de la capital. Fue en 1903 ( de ahí el aniversario más allá del centenario) cuando entró en vigor el primer reglamento general de circulación que instaba a los conductores de vehículos a motor a detener de inmediato sus coches y silenciar el ruido que producían cuando se generase “ espanto en las caballerías, ya sea por la vista del automóvil o por el ruido que producen”. Un antecedente de medida en pro del bienestar animal.
En 1918, se crea el reglamento estatal de automóviles, que establece la circulación por la derecha de los vehiculso en toda España. En Madrid no se aplicó hasta 1921, cuando el general Primo de Rivera dio su visto bueno ( hasta entonces en Madrid, se conducía como en Londres).A partir de entonces, se acometió el trazado de carreteras de sentido único y también de pasos de peatones. Los agentes sancionaban con una multa de un real a los viandantes que no obedecían las normas y cruzaban por sitios indebidos (igual que se hace actualmente en las grandes ciudades norteamericanas cuando se incurre en lo que ellos llaman "jaywalking", es decir, cruzar la calle sin respetar las normas o sin tener en cuenta los coches que se acercan). En 1924, los responsables del cuerpo visitan París y deciden que la policia local madrileña también lleve una porra blanca como defensa y para hacer más explicitas sus indicaciones. A partir de entonces, al policía municipal se le lamó “guardia de la porra”.
En 1926, se instala el primer semáforo en Madrid: será en la confluencia de las calles Alcalá y Gran Vía. En los años previos a la guerra civil, el cuerpo contaba con 1.200 miembros; la contienda sería especialmente dura para los miembros de la guardia municipal de Madrid, ya que tuvo que sufrir los efectos de la depuración política por parte del Frente Popular que cesa a 250 personas. Los guardias se reinventan y además del tráfico se ocupan de evitar bloqueos de calles durante los bombardeos aéreos.
En 1952, la guardia municipal pasa a denominarse policía municipal. El uniforme blanco en verano , con casco ( el célebre "salacot") a juego, pasa a ser una imagen típica de la ciudad (curiosamente, en algunas películas italianas de los años 50, los guardias urbanos también llevan un uniforme y un casco similares). Dicen las crónicas que antes de que se instaurase el "salacot" blanco, tuvo lugar una iniciativa que acabó en fracaso: unos cascos alemanes recubiertos de pintura fluorescente para que fueran divisados en la oscuridad; lo malo es que la visibilidad que ofrecán realmente eran prácticamente nula ( una de dos, o los ingenieros germánicos tenían una vista de lince o simplemente el invento no funcionaba como se había prometido).
Pasando los años, la Constitución española de 1978, en su artículo 104, hace responsable a la policía municipal de la protección del libre ejercicio de los derechos y libertades de los ciudadanos, garantizando la seguridad ciudadana.
En 2004 se crea el cuerpo de agentes de movilidad, cuyo cometido se centra en ordenar, señalizar y dirigir el tráfico en el casco urbano. Tres años mas tarde, se lanza el primer plan de seguridad vial de Madrid con el objetivo de cortar por la mitad el volumen de víctimas mortales en accidentes de tráfico con referencia en el año 2000. Actualmente, está en vigor el plan estratégico de seguridad vial 2021-2030, que preconiza la tolerancia cero ante la accidentalidad y se apoya en la participación ciudadana.
En 2015, se realiza la primera prueba en saliva de drogas, estupefacientes o sustancias psicotróficas por la Unidad de Atestados de Tráfico de la policía Municipal de Madrid.
Hoy dia, la policía municipal de Madrid, con mas de 6.000 efectivos, realiza anualmente más de 25.000 servicios especiales de tráfico, 150.000 pruebas de alcoholemia ( la primera se había realizado en 1975 mediante el método del globo y desde 1984, mediante etilómetros de precisión), 5.000 investigaciones de accidentes, y además forma a 120.000 alumnos en educación vial.
Puede que la labor de estos funcionarios locales de la ley no sea tan llamativa como la de la brigada criminal o la de los investigadores de crímenes científicos tipo CSI, pero la pequeña y la gran pantalla también les ha rendido tributo a la largo de los años. Baste recordar varios episodios de la serie “El Ministerio del Miedo” o "Plinio", la serie basada en la obra de García Pavón (con Antonio Casal), o largometrajes como “Mi gran noche” y “El Bar”, de Alex de la Iglesia; “Manolo, guardia urbano”(1956, con el cómico Manolo Morán), “Señoritas de uniforme” (con María José Cantudo, Josele Román y Carmen Cantero)o “Superagente Makey”, de Alfonso Sánchez. Porque la policía municipal de Madrid hace muchas décadas ya que forma parte del paisaje urbano.

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