Bauhaus: todo lo que necesitas es ... menos.
"Tiempos inciertos. Alemania entre guerras", es la muestra que CaixaForum Madrid, brinda al visitante con una visión transversal de la época de entreguerras ( 1918-33) y el planteamiento en distintos frentes de la República de Weimar. Surgían el expresionismo alemán, el constructivismo ruso y el neoplasticismo holandés. Esos años en que el autor Thomas Mann brillaba en las letras y en los que Fritz Lang con su “Metrópolis”( 1927) o Robert Wiene con su “Gabinete del doctor Caligari”(1920) llevaban el expresionismo a la historia del Séptimo Arte. Durante aquellos años, las movilizaciones de masas se logran mediante la fotografía, el cine y el arte vanguardista como nuevas armas para la politización de la sociedad. El escritor Stefan Zweig diría que aquel período dejó atrás al mundo de ayer y nos catapultó al presente. La huella de aquellos años sigue vigente en nuestros días.
De todo lo que generó aquel pensamiento en el campo de la cultura, de las artes, la ciencia, la sociedad, voy a elegir un botón de muestra: el origen del minimalismo, aún en boga. Los minimalistas tuvieron su gran momento a mediados del siglo XX. Se basaron en la visión de la escuela Bauhaus: sus líneas limpias, la ausencia de elementos innecesarios, los colores neutros y la funcionalidad ante todo.
Todo comenzó con la escuela Bauhaus ( tuvo su sede en Weimar en 1919-24; en Dessau en 1925-32, y en Berlín en 1932-33). Había nacido en los años de la República de Weimar y floreció entre 1919 y 1933, año en que acabó marchitándose frente al nuevo entorno sociocultural que impuso el nacionalsocialismo).
Combinaban la artesanía y las bellas artes, el diseño, la arquitectura. Una visión conceptual basada en el funcionalismo, donde la visión individual del artista se pliega a la producción en masa con la función o utilidad como bandera. El arquitecto y fundador de esta escuela, Walter Gropius, expresó la filosofía de la Bauhaus : “La belleza sólo puede surgir de la armonía completa entre la función técnica y la forma proporcional”. En el fondo de esta visión de las cosas subyace el pensamiento de que ”la forma sigue a la función”. Buscaban la unidad entre la forma y la tecnología; su empeño no era otro que conseguir la mejora de los productos industriales mediante la cooperación de artistas, artesanos y otros productores; algo que sería determinante en los difíciles años que siguieron al conflicto armado que sacudió al mundo entre 1939 y 1945.
La fotografía, que en un principio se usó como medio de documentación, tuvo un papel importante en esta escuela. László Moholy-Nagy , teórico de la Bauhaus y profesor en la misma entre 1923 y 1925, tenía pasión por la fotografía. Ésta atizó el interés de la escuela por las artes visuales y así, la fotografía se concibió como una materia que merecía su propio terreno de experimentación. A partir de 1928, se utilizó con fines publicitarios. Los fotógrafos clave de aquel período fueron Lucía Moholy y Erich Consemuller.
En la actualidad, la Bauhaus es un recuerdo del sueño que duró casi siete lustros y se disolvió al despertar en un entorno adverso. Sus hallazgos de diseño fueron de los más influyentes del pasado siglo. Aún hoy, los principios minimalistas nos recuerdan que “menos es más” y nos recomiendan despojar las cosas de artilugios y centrarnos en su utilidad.
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