Narciso Ibáñez Menta: Lo que más me inquietó fue que aquello pudiera volver a repetirse.
Foto de apertura por cortesía de cottonbro de Pixels.
Era una celebridad en la Argentina. También lo era en España. Junto a su hijo Chicho Ibáñez Serrador, fruto de su matrimonio con la también actriz Pepita Serrador, trajeron el terror fantástico a las pequeñas pantallas de nuestro país. "Historias para no dormir" en la tele y varias películas de género en el cine sirvieron para situar a Narciso Ibáñez Menta en ese territorio del cerebro donde se alojan, a veces apretujados, nuestros terrores cotidianos. Ibáñez Menta era un gran aficionado a los toros; a menudo lo veía en las inmediaciones de la plaza de las Ventas en Madrid y alguna vez, siendo yo un chaval, intercambié alguna breve conversación con él. No en vano, él era nuestro "Lon Chaney", el hombre de las mil caras y un maestro de la interpretación y del maquillaje a la antigua usanza, sin efectos de ordenador, a fuerza de horas de tesón y paciencia para caracterizarse.
Los dejo con el reportaje que publicó el "Dominical" de Edica en 1983. El personaje elegido para "Mi foto preferida" no era el conde Drácula ni el fantasma de la Ópera, ni tampoco el buhonero misterioso de la célebre serie de televisión o el relojero con la nube en el ojo del cuento de Allan Poe. Ibáñez Menta escogió la caracterización de un personaje histórico que llevó el horror, el sufrimiento y la muerte a infinidad de personas de su país y de fuera de él.Ya saben, a veces la realidad supera a la ficción.
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