Y LOS TEMPLARIOS CABALGARON DE NUEVO...

 Lo conocí en los 80. Vestía como un sacerdote de paisano, salvo cuando oficiaba sus misas rituales.  Era Armando Cotarelo, gran maestre y obispo de la "orden soberana de los pobres caballeros del Christo y del templo de Salomón", es decir, de la Órden del Temple. 

Estos oficios estaban presididos por la efigie de Baphomet ( que él describía como mitad Mahoma, mitad Juan el Bautista -y que el rey francés Felipe IV utilizó para desprestigiar a los caballeros templarios antes de quemarlos en la hoguera),  con su espada flamígera en ristre y ataviado con su túnica blanca. 

Asistí a una de sus misas sin demasiado convencimiento, pero tras presenciar aquel ritual, salí con la sensación de haber cometido algún tipo de sacrilegio. Monseñor  Cotarelo tenía respuestas para todo, fundamentadas en principios históricos y teológicos. Era un gran conversador y mientras, para algunos, era un farsante; para otros, era la representación de los caballeros templarios en España. 

Volví a visitarlo meses más tarde de nuestro primer encuentro. El portero de su vivienda madrileña del barrio de Salamanca, me dijo: "Monseñor Cotarelo ya no vive aquí. Hace unos días, lo encontraron ahorcado en su domicilio".

Si quieren saber más, también publiqué una entrevista con Monseñor Cotarelo en una última página del diario "El País" el 22 de agosto de 1978: "Nuestra misión principal es preparar el retorno de Cristo"

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