"La pluma tiene más filo que la espada".

Foto de apertura por cortesía de ricardo-gomez-angel de Unsplash . Nos parecía, a María Arribas y a mí, que en cualquier momento íbamos a ver a una de esas vacas de colores improbables del anuncio de los chocolates Milka. La malograda Wanda Hajduka , directora de a revista "Futuro", nos había enviado a recorrer el cantón de Vaud en Suiza, en pleno corazón de la Suisse Romande , francoparlante, con el fin de reflejar cómo es la vida en aquel rincón del planeta, donde la banca, la alta relojería y los paisajes de postal se dan la mano. Al preguntarles a los nacionales acerca del plato estrella de su gastronomía, uno esperaba escuchar que la " fondue " o la " raclette " estaban a la cabeza de la lista, pero curiosamente, la respuesta fue una mirada perpleja y un escueto "Tenemos chocolate y también tenemos queso". Pues sí. Además tienen un vino tinto nada desdeñable. Recuerdo que eran los tiempos en que, al pasar los controles de equipaje del

 La alta relojería se identifica con las pequeñas fábricas suizas donde las piezas se hacen y se montan a mano. La marca Piaget es de las más respetadas. Sus precios son astronómicos y sólo gente como el sultán de Brunei se podía permitir llevar en la muñeca piezas de la alta gama de este fabricante helvético.  Vacheron Constantin, Breguet, Pathek Philippe, Jaeger le Coultre, Audemars Piguet, Zenith, IWC y Piaget son de los pocos relojes que mantuvieron la manufactura ( la fabricación a mano) a pesar de la llegada del cuarzo en los 70, una invasión de Oriente que dio el golpe de gracia a muchas otras marcas menoresen Suiza y fuera de ella.  Si podemos afirmar, según el dicho popular,  que en estas factorías, “el más tonto hace relojes”,  también es cierto que sólo el más rico se los puede poner. Los dejo con el reportaje que publicó la revista “Dinero” en abril de 1996, dando cuenta de la entrevista que le hice al presidente de Piaget, Yves G. Piaget , en Ginebra.