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Omán: patrimonio cultural, frente a espacios de ciencia ficción.

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Foto, por cortesía de noofikri de pexels. El sultanato de Omán –calificada como “la perla de Oriente”- se perfila como un serio contendiente en la recuperación turística de los países de la zona del Golfo Arábigo. Tanto los Emiratos Árabes Unidos, como Qatar y Arabia Saudí -que ha abierto un grifo de inversiones que no parece que vaya a secarse pronto- están poniendo sobre la mesa todos sus esfuerzos para recobrar el turismo diezmado durante la pandemia y potenciarlo, como una de las formas de diversificarse y generar actividad económica a largo plazo al margen de los ingresos por hidrocarburos. Omán tiene la ventaja de que no se ha contaminado con la presencia extranjera y mantiene su esencia y su tradición, con diversos enclaves que han sido reconocidos por la UNESCO como patrimonio de la Humanidad (los rascacielos de Dubái tienen pocas posibilidades de hacerle sombra en ese frente). Tuve la ocasión de recorrer Omán en 2016, cuando los destinos de aquellos ciudadanos los regía

Hacer negocios en Omán, la Suiza del desierto

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El sultanato de Omán es uno de los pocos rincones  del Golfo arábigo  con una arraigada historia. Muchos estados crecieron a la sombra de los barriles petrolíferos y su historia se remonta a los  año s 70 del pasado siglo. Omán no es uno de esos casos. Limítrofe por tierra con los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y Yemen, y por mar, con Irán y Pakistán, Omán tiene una extensa historia a sus espaldas, así como diversos enclaves considerados como parte del patrimonio mundial de la humanidad por parte de la UNESCO.  Su capital, Mascate, alberga el palacio del sultán, el puerto de Mutrah  y un simpático zoco cubierto. El  país cuenta con una costa que supera los 1.700 kilómetros y que recibe las aguas  del mar de Omán, del golfo del mismo nombre, y del mar de Arabia. Allí está enterrado el santo (profeta para el Islam)  Job , paradigma de la paciencia humana  ( visité su tumba en un santuario estilo jaima a 30 kilómetros de Salalah), y en sus árboles crecen el incienso y la mirra, que