Hacer negocios en Omán, la Suiza del desierto

El sultanato de Omán es uno de los pocos rincones del Golfo arábigo con una arraigada historia. Muchos estados crecieron a la sombra de los barriles petrolíferos y su historia se remonta a los años 70 del pasado siglo. Omán no es uno de esos casos. Limítrofe por tierra con los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y Yemen, y por mar, con Irán y Pakistán, Omán tiene una extensa historia a sus espaldas, así como diversos enclaves considerados como parte del patrimonio mundial de la humanidad por parte de la UNESCO.  Su capital, Mascate, alberga el palacio del sultán, el puerto de Mutrah  y un simpático zoco cubierto. El  país cuenta con una costa que supera los 1.700 kilómetros y que recibe las aguas  del mar de Omán, del golfo del mismo nombre, y del mar de Arabia. Allí está enterrado el santo (profeta para el Islam)  Job, paradigma de la paciencia humana  ( visité su tumba en un santuario estilo jaima a 30 kilómetros de Salalah), y en sus árboles crecen el incienso y la mirra, que en la antigüedad eran considerados como una ofrenda de reyes tan valiosa como el oro.

Se trata del país árabe más antiguo de los que se han mantenido independientes desde su creación. La dinastía Yaruba había expulsado a los portugueses que gobernaron aquellas tierras entre los años 1507 y 1656, y logró mantenerse en el poder hasta mediados del siglo XVIII. Fue un imperio marítimo con lazos importantes con Zanzíbar, en África, donde prosperaba la trata de esclavos. 

El Sultán Qabús dirigió el país desde 1970 (cuando destituyó a su propio padre en un golpe incruento) hasta 2020, año en que falleció sin descendencia. Su primo Haizam bin Tariq fue nombrado heredero en una carta dejada por Qabús como testamento. El país es muy seguro y se aplica la ley de forma muy estricta ante cualquier signo de disidencia. En la época de Qabús, la URSS apoyaba a grupos comunistas opositores en la zona de Dhofar que tachaban al sultán de taghut (tirano).  Qabús aplastó la insurrección. Y fue en 2012 cuando Mascate desempeñó un papel mediador en las negociaciones entre Washington y Teherán.

Hice un recorrido por todo el país en 1996, facilitado por el departamento de relaciones exteriores del sultanato, y me pareció muy auténtico. Supe que la esposa del ministro de Economía era española, pero no hubo forma de llegar hasta ella. Los dejo con el reportaje que publicó la revista “Dinero”. 










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