Rusia, un hueso duro de roer para los españoles

 La primera vez que estuve en Moscú fue en 1997, seis años después de la disolución oficial de la URSS. La revista "Dinero" me había enviado para que realizase varios reportajes sobre iniciativas empresariales españolas en Rusia. Recuerdo la emoción al ver y escuchar  "La Boheme " en el Teatro Bolshoi y también la visita a  la Duma durante un discurso del líder comunista Guennadi Zyuganov, coronado de entusiásticos aplausos de sus seguidores. 

También me vienen a la memoria los rascacielos estalinistas y una una especie de Rastro a las afueras de la ciudad donde abundaban los uniformes del ejército alemán, con sus documento de identidad, a la venta, igul que prismáticos y dagas militares (probablemente incautados a los cadáveres en la toma de Berlín por las tropas rusas). También me acuerdo delcontraste de la pobreza del ciudadano medio y de los nuevos rusos, enriquecidos de la noche a la mañana en el cambio de régimen,  y  las calles cubiertas de nieve, con aquellas filas de ancianos y ancianas que ponían a la venta modestos muebles de su casa y hasta inodoros en rastrillos improvisados. Era la parte más siniestra de la llamada "Chornia Ekonomika", economía sumergida o negra, que ocupaba entre el 20 y el 50 por ciento de la economía del país.

Los dejo con varios reportajes de un tiempo en que Rusia estaba regida por Boris Yeltsin ( que ayudaría a llegar al poder a Putin años más tarde), cuando el país  llevaba un año digiriendo la sangrienta batalla de Grozni en la primera guerra chechena (1994-96). 




















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