Sinatra: ni hablar del peluquín

 Frank Sinatra, el ídolo de varias generaciones, que fuera pareja de la bellísima Ava Gardner, y considerado como la voz de oro de la música ligera norteamericana, tenía una espina guardada contra el Creador. Me lo dijo el malogrado músico catalán  Xavier Cugat, otra estrella de Hollywood en su estilo ( recuerden sus apariciones en películas como  "Escuela de sirenas", con Esther Williams en 1944) . Esa espina no era otra que haber permitido que su calvicie apareciera en su coronilla y prosperase sin freno hasta convertirlo en un usuario más de bisoñé. Antes de utilizar el postizo capilar, a Sinatra le pintaban de osucro el impúdico cuero cabelludo para que no brillase demasiado ni se viera en las películas y fotografías. Pero llegó un momento en que el betún ya no bastaba -y Sinatra tampoco buscaba ser confundido con "El cantor de Jazz" ( aquel cantante interpretado por Al Jolson que se embadurnaba de negro para interpretar a un músico afroamericano).

Les dejo el reportaje que publicó en 1984 el Dominical de "Ya" en "Mi foto preferida" con dos monstruos sagrados de la música y el Séptimo Arte.

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