Don Alfonso de Borbón: "No es mi ex esposa, sino los letrados los que instigan"


Foto de apertura, por cortesía de tingey-injury-law-firm de Unsplash
Fue el 6 de febrero de 1984. Al volver en automóvil de una estación de esquí, Alfonso de Borbón, sus dos hijos y la institutriz, chocaron contra un un camión. Ocurrió en un cruce de carreteras navarro. Francisco de Borbón, su primogénito, de 11 años de edad, entró en situación de encefalograma plano, por lo que se le dio por fallecido. El hijo menor Luis Alfonso, de 10 años, la institutriz y Don Alfonso de Borbón fueron tratados de graves lesiones a resultas del accidente con el camión. Hay quien dice que la vida es un rosario de sinsabores con sólo algunas cuentas piadosas para quien la vive. Don Alfonso de Borbón y Dampierre, Duque de Cádiz y Anjou, Grande de España y heredero directo como Delfín de Francia -apoyado por los legitimistas franceses contra la casa de Orleáns- para ceñir la corona gala con el título de Alphonse II, experimentó esa amargura a lo largo de su existencia. Golpe tras golpe, revés tras revés. Justo tras el desgraciado accidente, se enfrentó a otro envite del destino. Su ex esposa, María del Carmen Martínez-Bordiú -nieta del general Franco, de la que se había separado cuando ella inició una relación extramarital en París con Jean-Marie Rossi, un anticuario cuatro lustros mayor que ella- pidió que se le retirase la patria potestad sobre el hijo superviviente. Era otro mazazo para Don Alfonso. Echando la vista atrás, su padre, Jaime de Borbón, afirmaba que se había visto forzado a renunciar a sus derechos sobre la casa real española en favor de Don Juan, en un acto del que no dio fe ningún notario y que el padre de Don Alfonso trató de invalidar años más tarde sin éxito. En 1969, Alfonso de Borbón firmaría un papel renunciando a reinar en España y reconociendo a su primo Juan Carlos como legítimo rey de España. Todo entraba en el orden y en la estabilidad deseada. Cinco años después del trágico accidente con el camión, el Duque de Cádiz escribiría el último capítulo de su historia. Un final digno de Luis XVI. Fue en las Rocky Mountains de Colorado, cuando al bajar esquiando por una explanada, un cable no señalizado le seccionó el cuello. Don Alfonso no fue atendido en una clínica hasta dos horas después de su fatal accidente. Demasiado tarde hasta para el más optimista de los médicos que estuviera reñido con su reloj.
Los dejó con el reportaje que publicó el diario "Pueblo" en 1984, con fotos del excelente Rafael Martínez.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Jackeline Cacho, entre las mujeres latinas más influyentes de EEUU: "No podemos huir de los problemas"

Pablo Gonz: ¿Triunfar en la literatura comercial? Es posible, si te olvidas de los escrúpulos.

Vacaciones con el Expediente-X en la maleta