Julio de Antón: Para frenar la delincuencia juvenil, hay que combatir el aburrimiento.

Foto de apertura por cortesía de cottonbro en Pexels.
Películas como "Yo, el Vaquilla" o "Perros callejeros" mostraron a los espectadores cómo un joven podía volverse un delincuente juvenil y por qué la espiral de violencia en la que caía no lo dejaba volver a salir. Pobreza, toxicomanía, problemas familiares, malas compañías, muchos pueden ser los orígenes de este mal que comienza a desarrollarse en la adolescencia e incluso antes y se adueña de sus víctimas si nadie lo evita. Las autoridades han intentado cortar este mal de raíz. Con educación, con represión. Pero el fenómeno sigue ahí y se recrudece. Los juegos de niños se convierten en fechorías de menores que no se paran ante robos a mano armada, brutales palizas con lesiones, abusos y violaciones y hasta homicidios.
Son una minoría,una minoría silenciosa que cuando se expresa es a través de la violencia.
Los dejo con el reportaje que publicó el diario "Informaciones" en junio de 1982 sobre los intentos de frenar el avance imparable de esta lacra que de larva evoluciona ahasta volverse un pez más gordo y nadar de lleno en la corriente del crimen y la delincuencia de adultos.

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