La nueva hoja de ruta turística de Arabia Saudí desafía a Jordania y Egipto

Tras volver de Dubái y constatar cómo se preparan los países árabes para recuperar la actividad turística, comprendí la estrategía de los regímenes más prósperos que no dudan en crecer a costa de países menos favorecidos de la región. Comparto con ustedes la versión en español del artículo que me acaban de publicar en The Corner
La nueva hoja de ruta turística de Arabia Saudí desafía a Jordania y Egipto
Por Juan Girón Roger (periodista). Texto y fotos |
La feria de viajes y turismo árabe, la versión árabe de Fitur, comenzó en Dubái el 9 de mayo y continuará en formato virtual hasta el 19 de mayo. La recuperación, el papel de la tecnología para la renovación de los viajes y la personalización de la experiencia del viajero fueron las palabras de moda allí. Tienen lo que hay que tener: proyectos espectaculares y grandes presupuestos para hacerlos realidad.
He aquí una prueba de ello: se espera que la contribución del sector de los viajes y el turismo de los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) al PIB de Oriente Medio supere los 486.000 millones de dólares en 2030. Los contratos de construcción de hoteles adjudicados en el CCG han aumentado un 16% durante el presente año y los consultores de Colliers International evalúan esos contratos en más de 4.500 millones de dólares.
Dubái, la capital económica de los Emiratos Árabes Unidos, lanzó en 2012 su plan Tourism Vision 2020, con el que pretendían aumentar la llegada de turistas en 20 millones cada año. Entonces no contaban con la pandemia.
De todos modos, Dubái presume de ser el destino más popular del mundo, según Trip Advisor (en 2019 fue visitado por 15 millones de viajeros). Su modernidad y aceptación de las costumbres occidentales, sus enormes centros comerciales; su ampliada Expo 2020 (esta atrajo 24 millones de visitas en solo 6 meses); su imponente maravilla (Burj Khalifa); su arquitectura disruptiva en el nuevo Museo del Futuro en forma de anillo, y Ain Dubai ("el ojo de Dubái"), la rueda de observación más grande del mundo, podrían estar detrás de esa valoración de los clientes.
Pero convertirse en el destino turístico preferido de la región es un premio muy disputado. Emiratos Árabes Unidos (Dubái y Abu Dhabi), Qatar (Doha) y Arabia Saudí son los grandes contendientes, mientras que el vecino Sultanato de Omán (que alberga un gran número de lugares incluidos en la lista de la UNESCO) parece rehuir las visitas masivas que podrían convertirse en un exceso de turismo.
Qatar, el tercer aspirante
Qatar parece un poco la oveja negra del CCG, las superpotencias del Golfo (Reino de Bahréin, Estado de Kuwait, Sultanato de Omán, Estado de Qatar, Reino de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos).
El presunto apoyo de Doha a Irán y a algunas causas revolucionarias (Al Ekhwan Al Muslimin -Hermandad Musulmana-, Al Qaida y otras ) que dañan los intereses saudíes dio lugar a un bloqueo por parte de sus países vecinos en junio de 2017, cuando una coalición liderada por Arabia Saudí (con Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto ) interrumpió las relaciones diplomáticas con Doha, prohibió la entrada de aviones y barcos qataríes tanto en su espacio aéreo como en sus rutas marítimas y cortó el acceso bidireccional a través de las vías terrestres saudíes, las únicas existentes para entrar o salir del país en transporte terrestre. Para levantar esta prohibición, la coalición saudí exigió a Qatar que redujera al mínimo sus relaciones con Irán, que cerrara Al Yazeera (“la isla”, un canal de televisión que supuestamente apoya a los grupos terroristas y que suele presentar como una idolatría las políticas de tolerancia religiosa de los EAU) y que pusiera fin a su colaboración militar con Turquía. Nada de eso fue concedido por los gobernantes qataríes, pero en enero de 2021, Arabia Saudí, con la intermediación de Kuwait y EEUU, reabrió sus fronteras con Qatar e inició una fase de reconciliación. El CCG anunció la resolución de la crisis en una cumbre en Al 'Ula, una zona que Arabia Saudí quería promocionar para el turismo internacional. La crisis había terminado, pero sus vecinos siguen viendo con malos ojos a Qatar. Los principales gobiernos de esa parte del mundo tampoco se llevan bien entre sí y suelen ver rivales, no socios, entre los demás miembros del CCG. Así hacen honor al viejo proverbio árabe: "Los árabes sólo pueden estar de acuerdo en una cosa: estar siempre en desacuerdo entre ellos". Y eso conduce inevitablemente a la creación de facciones.
En la lucha por convertirse en el ganador del Golfo en este concurso internacional de visitantes, Qatar posee la televisión Al Yazeera y puede utilizarla para atraer a los turistas. Además, patrocina al Club de Fútbol Barcelona, lo que genera cierta notoriedad, y acoge la Copa Mundial de Fútbol de 2022, para la que la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) dice que 17 millones de futuros visitantes ya han solicitado entradas. La FIFA espera conseguir 500 millones de dólares por las entradas y paquetes de alojamiento vendidos. Qatar intentará aprovechar todo esto, junto con los activos locales, como el fuerte Al Zubarath, también reconocido por la UNESCO como patrimonio mundial.
KSA, el contendiente favorito
Arabia Saudí es el país más grande del CCG, que se enorgullece de poseer el 20% de las reservas de petróleo identificadas del mundo y sabe que el dinero habla. Según BNC Network, los proyectos saudíes y emiratíes representaron alrededor del 90% de todos los contratos regionales de hostelería adjudicados el año pasado. Sus gobernantes han lanzado el plan Vision 2030 y esperan tener 100 millones de visitantes en 2030.
Las autoridades no escatiman recursos -unos 800 millones de dólares- para modernizar todo y crear nuevas infraestructuras. Para lograr ese objetivo, la sociedad se está abriendo, cosas como la Mutawa -agentes voluntarios vestidos de civil que sirven de policía religiosa en busca de indicios de inmoralidad en las cosas que la gente hacía o decía en la calle- ya casi no se utiliza y los saudíes están intentando aceptar a los extranjeros. La expresión "Tarsh al Baher" ("vómito del mar") utilizada por los saudíes tradicionales para referirse a las personas no saudíes que llegaban al Reino en busca de trabajo en los viejos tiempos y a las que se les entregaba pasaporte saudí, y más ampliamente para describir a los visitantes saudíes no "puros", a los forasteros, a los inmigrantes (incluso de los países árabes), tendrá que ser encerrada en el armario y su llave arrojada al mar.
El príncipe Mohammed bin Salman busca transformar el país en una tierra de islam moderado (mientras que el wahabismo es una rama muy estricta del islam): ahora se permite a las mujeres fumar en la calle, aunque se mantienen otras tradiciones ancestrales. Las decapitaciones públicas, las lapidaciones, las crucifixiones o los fusilamientos siguen produciéndose los sábados en algunas plazas públicas de Riad y Jeddah. En marzo, la ONU denunció la decapitación masiva de 81 personas en un solo día por diversos delitos, como robo, asesinato y terrorismo. A decir verdad, esto no es muy atractivo para atraer a los turistas (a no ser que busquen un "turismo extremo", como excursiones a guerras o visitas a los emplazamientos nucleares aún contaminados de Chernóbil).
Neom, el futuro ya es casi ahora
Arabia Saudí solía exigir una carta de una empresa anfitriona patrocinadora para recibirte allí en un viaje de negocios, ahora hay un sistema de visado turístico en línea disponible para nacionales de 49 países, y el Reino está incentivando a las agencias de viajes para que envíen a la KSA (Reino de Arabia Saudí) visitantes en abundancia.
Sus programas incluyen el Mar Rojo -antes sólo explotado por Egipto- a través de la Saudi Red Sea Development Company, una organización que está construyendo residencias de lujo, hoteles, campos de golf y puertos deportivos para que los ciudadanos saudíes y de otros países del CCG compren propiedades allí. Entre 2023 y 2024 este proyecto y el del terreno y la propiedad en esa zona, Amalaa ("esperanza") empezarán a ser una realidad. Para 2030, Neom, la superciudad saudí en el Mar Rojo, formada por 90 islas -cuyo coste alcanza unos 500.000 millones de dólares-, se espera que atraiga a millones de visitantes y acoja a 2 millones de habitantes ("neomianos") con atracciones turísticas, pistas de esquí, rutas sólo para bicicletas de montaña ya que será considerada una ciudad sin coches. También se convertirá en una auténtica ciudad inteligente en medio del desierto, al norte del Mar Rojo, al este de Egipto y al sur de Jordania. Ya hay 2.000 "neomianos" viviendo allí, y también se cuentan 10.000 trabajadores. Están planeando tener taxis voladores y no descartan que se pueda vender alcohol dentro de esa ciudad para que los extranjeros se sientan allí como en casa. La ciudad estará abierta a todo el mundo en 2026 y los organizadores consideran que, desde ahora hasta entonces, habrá contratos mensuales a proveedores de 1 a 1.500 millones de riyales.
En 2030, el Mar Rojo saudí podría ser un lugar lujoso, con la cuarta barrera de coral más grande, 50 complejos turísticos, 1.000 propiedades residenciales y 22 islas, puertos deportivos de lujo, un aeropuerto internacional, campos de golf de campeonato y mucho más. Además, contribuirá al PIB saudí con 5.000 millones de dólares cada año, mientras que se esperan unos ingresos acumulados de 123.000 millones de dólares procedentes de la construcción y las operaciones para 2044.
Los viajes religiosos no quedan fuera de la Visión 2030. Para ese año, las autoridades esperan ver crecer el número de peregrinos del Hajj y la Umrah de 19 millones en 2017 a 30 millones.
Arabia Saudí cuenta en la actualidad con seis lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y otros 10 esperan la decisión final para ser incorporados. Sede de los reinos nabateos, el país compite ahora con la Petra jordana. Escondida en los cañones del noroeste, en pleno desierto, Al 'Ula, apodada "la obra maestra del mundo" y "la segunda Petra", es una de las ciudades más antiguas de Arabia (unos 7.000 años de historia). En esta zona encontramos Hera, su primer emplazamiento reconocido por la UNESCO. No quieren que el turismo sea masivo y el destino tuvo 130.000 visitantes el año pasado. Otra zona que el turismo saudí está promocionando es Al Ahsa, un oasis en el este del país, con más de 2,5 millones palmeras datileras, que se extiende hasta el Rub' Al Khali. En el suroeste, Al Baha ofrece 1.001 torres de vigilancia de piedra de la qashbah ("fortaleza"), así como un fácil acceso al pueblo de mármol de Dhee Ayn.
Paralelamente, Riad tiene previsto invertir 64.000 millones de dólares en proyectos de cultura, ocio y entretenimiento durante la próxima década. Los saudíes son conscientes de que, para asegurar una industria turística sostenible a largo plazo, elementos como la innovación, el respeto al medio ambiente, el talento y la personalización del viajero son los ingredientes necesarios para una receta de éxito. Mientras tanto, las autoridades de viajes egipcias y jordanas tendrán que ponerse las pilas y sustituir las inversiones por la inspiración.

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