La "Operación Roco" trataba de evitar rabietas ultraderechistas tras el 23-F

Foto de apertura por cortesía de mert-kahveci de Unsplash.
Si en España no existe ultraderecha -con sus formaciones paramilitares y sus grupos de choque- como en otros países de nuestro entorno, es debido a que la policía secreta española se infiltró en aquellos grupúsculos y, desde dentro, los hizo desaparecer. Eso es algo que muchos historiadors corroboran. Antes de esa implosión forzada por los servicios secretos españoles, la violencia de ambos extremos del ideario político era algo a lo que la ciudadanía se había acostumbrado. Era la época en que se fabricaban bolígrafos-pistola y sus artífices solían ser descubiertos y acababan tras las rejas. Eran los días en que los objetivos de ETA recibía el tiro en la nuca.
Desde la muerte del general Franco a mediados de los años 70 del pasado siglo hasta los años 80, en nuestro país campaban a sus anchas militantes de los llamados "guerrilleros de Cristo Rey", una rama escindida de los carlistas, que lideraba Mariano Sánchez-Covisa; el GAL, que fue un grupo de agentes interpuestos entre los etarras y el gobierno español que llevó a cabo una serie de atentados donde la improvisación y la chapuza fueron sus señas de identidad; el Frente de la Juventud, un grupo escindido de Fuerza Nueva, formación que dirigía el notario Blas Piñar; las Juntas Nacional Revolucionarias, de orientación neonazi; CEDADE, una organización prohitleriana que se envolvía en elementos intelectuales como los filósofos y escritores antisionistas (Guenon, Brasillac) y la música wagneriana, por citar sólo a unos pocos.
Con todo, durante las sesiones judiciales correspondientes al recurso del 23-F, el golpe de Estado fallido, pudo verse a la flor y nata de la ultraderecha, a lo más florido del barrio, a lo mejor de cada casa, a la crema de la crema del pensamiento ultra, por así decirlo.
Los dejo con el reportaje que publicó el diario "Pueblo" en aquellos días de 1983, donde destaca la foto de Sánchez-Covisa, vestido de negro, de luto riguroso por quienes habían sido condenados por los jueces.

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