Fiesta nacional: más "cornás" da el hambre.

Foto de apertura por cortesía de annie-spratt de Unsplash.
La fiesta nacional pasa por horas bajas. Diversas formaciones políticas al frente de ayuntamientos donde se celebraban las tradicionales corridas o novilladas pusieron el grito en el cielo. Los derechos de los animales no se estaban respetando, dijeron. Además, algunas de estas formaciones parecían utilizar esta campaña antitaurina como arma arrojadiza contra seguidores contrarios a sus filas, olvidando que el "pan y toros" ( evolución del romano "pan y circo") también -sobre todo- se dirigía a las masas.
La pandemia tampoco ayudó a esta industria. Tras el confinamiento, Madrid permitió hasta el 70 por ciento del aforo, otras ciudades se quedaron en el 50, y en muchos casos el aforo real quedó reducido a un 30 por ciento. Los criadores de toros bravos andaluces perdieron 31 millones de euros en 2020. Pero el llamado planeta taurino, formado por 8 países, sigue en pie. España, Portugal, Francia, América Hispana son los escenarios de este ancestral rito.
Como indica Rafael Cué, cronista del diario mexicano "El Financiero", "La convivencia pacífica y familiar alrededor de un evento cultural como la fiesta de los toros es símbolo de unión, pertenencia y orgullo en tiempos donde se nos trata de dividir, enconar y acomplejar".
"Más ´cornás´ da el hambre", decían los toreros al preguntárseles por el riesgo mortal de su oficio. Lo mismo podrían responder, salvando las distancias, los empresarios taurinos. Los dejo con el reportaje que publicó en mayo de 1990 la revista "Futuro", del Grupo Rizzoli-Corriere della Sera.

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