¿Quién teme a la mujer perfecta?

Foto de apertura por cortesía de cowomen de Unsplash.
Para muchos, la mujer ideal habrá sido Bo Derek, el sex symbol de los años 80. Para otros, cuyo criterio recogió la revista “Men’s Health”, la mujer ideal es aquella que tiene piernas largas, los pies pequeños, es risueña, independiente e inteligente. A los ojos de otro grupo, la “mujer ideal” podría ser la que se obsesione con utilizar siempre leche evaporada de la marca Nestlé (leche “Ideal”, ya saben) en sus preparados gastronómicos (como la mantequilla con que muchos franceses sustituyen el aceite de oliva). Para unos pocos, la mujer perfecta fue Pandora, la fémina robótica que creada por un malvado científico en la película de Fritz LangMetrópolis” para sembrar la discordia. Y para los más morbosillos, la perfección quizá la representaba “La novia de Frankenstein” ( en la pantalla, la actriz Elsa Lanchester), construida a base de pedazos de difuntos y con peinado pionero del estilo de Mona J., la madre de familia de los Simpson.
Pero si lo que buscamos son mujeres 10 en los negocios, gestiopolis.com nos advierte de que este perfil femenino practica una decena de principios: define sus metas, escribe y realiza un plan de acción de hasta 5 años vista, avanza pasito a pasito, dividiendo sus actividades en tareas pequeñas; da prioridad a las cosas importantes ( no hay que confundir estos asuntos con las cosas urgentes); visualiza y vive ya su futuro; sabe administrar su tiempo; sabe desconectar y tomarse un descanso; y además cultiva su salud mental, física y espiritual. Buenos hábitos, no cabe duda de ello.
En diciembre de 2019, un informe elaborado por Spain Startup-South Summit resaltaba que sólo el 48% de los negocios emprendidos en el ejercicio anterior por hombres habían tenido éxito, frente al 60% de proyectos coronados por el éxito que habían sido emprendidos por mujeres. Sumémosle a eso el dictamen del reciente estudio de la OIT con 13.000 empresas de varias áreas del mundo: cuando hay por lo menos un 30% de las mujeres ocupando puestos directivos en la empresa, el rendimiento y la productividad mejoran un 9%. Llámenme retrógrado, pero si me dan a elegir, yo optaría por la dorada medianía de las cifras y los porcentajes, huiría de las llamadas discriminaciones positivas tan en boga , y no entraría a considerar si, para dirigir con visión y buen pulso una empresa, hay que usar falda o llevar pantalones. Lo importante en estos casos es lo que se tiene dentro de la cabeza, no debajo del ombligo.
Los dejo con el reportaje publicado por la revista “Futuro” (Grupo Rizzoli-Corriere della Sera) en marzo de 1991, con fotos de María Arribas, en el que los cazatalentos pintaban el retrato robot de la directiva perfecta.

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