Prisión de Lugo: historia selectiva, recuerdo parcial.

Fotos: Juan Girón Roger.
Era Dolly, la pececita que acopañaba a Nemo en la película de dibujos animados de Pixar "Buscando a Nemo", la que tenía memoria selectiva y olvidaba enseguida todo lo que le acababa de ocurrir. Eso le pasaba también al protagonista de la película "Memento". Y parece que que ese mal se ha extendido, pero con efecto retroactivo hasta el comienzo de la guerra civil, en el museo en que los fondos de la UE ha convertido la antigua prisión de Lugo.
Fue inaugurada en 1887 y albergó presos políticos hasta 1981. Es de suponer que de 1887 a 1936 las instalaciones penitenciarias no habrán sido un centro de recreo, los presos políticos habrán pasado infinidad de penalidades, hacinamientos, trato pongamos ques riguroso -por así decir-, y prácticas que hoy quizá no pasarían el examen de los Derechos Humanos.
Después de la guerra, esa situación habrá continuado con el factor añadido de una dura posguerra. Pero echar el telón sobre 49 años de historia previa supone ocultar la verdadera historia y centrarse en la memoria histórica, memoria democrática, memoria parcial y selectiva que propugna el gobierno formado por el PSOE y Podemos.
Los reos de antes de 1936 también debían tener su corazoncito, supongo. Y los reclusos que vinieron después del año 1975, en que falleció Franco, también eran personas y tenían sus historias que este museo escamotea al visitante. Sin entrar en polémicas, la historia de una prisión que ha estado operativa 135 años no debería reducirse a una época específica para denunciar hacinamientos, alimentación deficiente y "actos propagandísticos" como la reduccción de condena de un día por cada dos de trabajos en el penal ( algo que se mantiene en nuestros días y dudo que los presidiarios critiquen o rechacen).
Con todo, la prisión de Lugo, O Vello Cárcere, como se llama ahora, merece una visita y también acoge manifestaciones artísticas y exposiciones. Las imágenes se tomaron in situ.

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