Santiago de Compostela saca fuerzas de la tradición

Fotos : Juan Girón Roger.
Se cuenta que el botafumeiro -dispensador de humo- de la catedral de Santiago de Compostela se usaba en la Edad Media para mitigar el olor de los peregrinos que llegaban en condiciones penosas de higiene al templo. Hoy forma parte de su liturgia, y este incensario de 60 kilos, bañado en plata, manejado por ocho personas (tiraboleiros) y que tiene metro y medio de altura, es un elemento clave de algunas de las ceremonias religiosas en la catedral. En la misa del peregrino, por ejemplo.
El sacerdote advierte a la gente que permanezca sentada, por motivos de seguridad, ya que un improbable -aunque nunca se sabe- desvío del botafumeiro podría tener consecuencias dramáticas para quien lo sufriera en propias carnes.
Santiago celebra este año su segunda vuelta del año jacobeo ( 2021-2022), extendido a causa de la pandemia.
Sus calles están llenas de peregrinos procedentes de todo el mundo. Y la ciudad tiene mucho que ofrecer en lo tocante a historia y tradición, además de los aspectos turístico y culinario. Pastelitos horneados por monjas de clausura y vendido a través del torno del convento, tarta de Santiago, pulpo a feira, pimientos de Padrón, marisco, filloas (cuya variedad más parda se solía preparar con sangre)...y muchas más alternativas.
Y de fondo, los soportales y las estrechas callejas medievales que plantan cara a la modernidad y lo nuevo que tienden a arrasar todo lo que encuentran a su paso. Y los vencen en un hipotético pulso cotidiano en el sacan la fuerza de la tradición y la historia que se remontan al año 830.

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