Ánimas benditas: a mitad de camino entre el infierno y el cielo

Fotos: Juan Girón Roger.
Tras el Concilio de Trento de 1563, la oración por las ánimas del purgatorio recibió un importante espaldarazo.Se permitió entonces a los sacerdotes católicos difundir la existencia del purgatorio, poblado por las almas de los difuntos que debían purificarse antes de llegar al paraíso.
El purgatorio, según esa doctrina, estaba envuelto en llamas y sus moradores sufrían, aunque no eternamente, sino de forma temporal, un plazo que podía reducirse si se rezaba por ellas y se encargaban misas en su recuerdo. Uno de los escritos que tuvieron mayor influencia en la época fue el del tratadista José Boneta y Laplana, publicado en 1689 bajo el prometedor título de "Gritos del purgatorio y medios para acallarlos". La práctica recomendada consiste en orar por las ánimas del purgatorio, y en contrapartida, pedirles gracias e intercesión ante Dios y los santos. Según la tradición, los estadíos que recorrería el alma que no ha ido al infierno ni tampoco al cielo serían el antepurgatorio, el purgatorio y, finalmente, el paraíso.
En Galicia, existía la creencia en la "Santa Compaña", procesión de almas en pena que algunos dicen haber visto en los cementerios al caer la noche: se desaconseja mirar a los ojos de los miembros del cortejo espectral, cortarles el paso o dirigirles la palabra. No hacerlo así podría entrañar el riesgo de incorporarse a ese séquito, por lo que -en el caso de que alguien se cruce con ella- lo único que se aconseja arrodillarse y rezar.
Se han dado casos, como en Nápoles, donde los fieles adoptaban el alma de un desconocido a través del cráneo de un fallecido que se exponía en el subsuelo de la iglesia Purgatorio ad Arco, para limpiar y cuidar esa calavera de forma que el alma protegiera a la famlia en cuestión. Esta práctica fue prohibida por la iglesia en 1969 debido a su carácter supersticioso, más que pío.
Hay capillas en todo el mundo cristiano dedicadas al culto a las ánimas del purgatorio, pero les invito a visitar la de la rúa Santa Catarina en Oporto (Portugal), por lo hermoso de sus azulejos azules exteriores, el fervor de sus fieles y la tradición histórica del templo.
Se trata de la Capilla de las Ánimas de Santa Catarina, una iglesia que se remonta al siglo XVIII y que fue restaurada y ampliada en 1801. Desde el punto de vista arquitectónico, el templo destaca por su simplicidad, ya que no hay ningún elemento "recargado" en su estructura. Fue en 1929 cuando revistieron su fachada exterior de azleos azules que representan escenas de la vida de San Francisco de Asís y de Santa Catarina. Los realizó Eduardo Leite y se produjeron en Lisboa, en la Fábrica de Cerámica Viúva Lamego mediante procedimientos totalmente artesanales. Los altares del interior son de estilo neoclásico y puede contemplarse una imagen del siglo XVIII de Nuestra Señora de las Ánimas.

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