Música desde la URSS: los discos que surgieron del frío

Cuando los rusos invadieron Berlin al final de la Segunda Guerra Mundial, una de las cosas que se llevaron fue el conjunto de cilindros de grabación que contenían los conciertos del director predilecto de Hitler, Wilhelm Fürtwangler, con la Filarmónica de Berlin ( ese puesto lo acabaría ocupando el austriaco Herbert Von Karajan al final de la contienda). Las cintas fueron requisadas por un oficial del Ejercio Rojo que ni corto ni perezoso se izo con 1.500 citas clásicas del archivo sonoro de la Casa de la Radio de Masurenallee y las envió a Moscú.Esas grabaciones circulaban en el sello Melodiya, una productora y distribuidora de discos de la URSS que competía con Deutsche Grammophon, con EMI o con Philips, por citar a unos pocos. Yo mismo compré uno de ellos -con Fürtwangler a la batuta- en la tienda "Disky" de Moscú.
Pasados los años, los alemanes recuperaron parte de las grabaciones y las pusieron a la venta en un cofre de 20 discos inmortalizados durante los tensos momentos en que Berlín se hundía bajo los bombardeos aliados. La historia que les traigo hoy comparte una cierta similitud, sólo que detrás hubo un norteamericano.
A finales de los años 80 del pasado siglo, un productor americano dio con el filón de un inmenso catálogo de grabaciones de música clásica de los años 50 y 60 realizados en la Unión Soviética y empezó a comercializarlas como Russia Classical Revelation ( La revelación -evidente juego de palabras con revolución- clásica de Rusia). La crítica recibió estos discos con entusiasmo, ya que antes no habían estado disponibles y eran conciertos muy importantes del repertorio ruso de la mano de los artistas del régimen, considerados como luminarias en su registro: el director de orquesta Mravinsky, el violoncelista Rostropovich, los pianistas Richter o Gilels, el director Kondrashin y un largo etcétera.
Pero, ¿qué pasó con el sello discográfico Russian Classical Revelation? Pues que no se pusieron de acuerdo sobre quien detentaba los derechos de autor de tales grabaciones, empezaron a llover las demandas judiciales y la empresa acabó disolviéndose. ¿Y sus discos? se convirtieron en piezas raras, casi objetos de culto, muy buscadas porlos coleccionistas.
Es lo que trajo el deshielo, la glasnost (apertura) y la perestroika ( reestructuración) del camarada Gorbachev. Sueños truncados, oportunidades perdidas y un sistema político que no acabó de desaparecermientras se instalaban los "nuevos rusos", aquellos de "a río revuelto, ganancia de pescadores". Y de aquellos polvos, estos lodos.
Los dejo con el reportaje que publicó la revista "Dinero", del grupo Zeta, en 1997.

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