Joaquín Calvo-Sotelo: agradezco a la Providencia haberme conservado el cabello.

El dramaturgo coruñés Joaquín Calvo-Sotelo fue un hombre polifacético donde los hubiere. Y es que no sólo se dedicó al teatro, sino que también ejerció como periodista ( firmó artículos en «El Debate», «Buen Humor», "ABC" y «Blanco y Negro»), poeta, académico, escritor (son célebres sus libros de viajes sobre Nueva York y Alemania) y jurista.
Hermano del político José Calvo Sotelo, el líder conservador cuyo asesinato a manos de unos guardias de asalto republicanos fue el detonante de la guerra civil española, y tío de Leopoldo Calvo-Sotelo, que sería presidente del Gobierno ( y que llegó de visita cuando yo estaba preparando esta entrevista para el "Dominical" en casa de su sobrino), Joaquín Calvo-Sotelo se especializó en comedias, pero su obra más destacada, con gran proyección internacional, fue "La Muralla", centrada en torno a los vencedores y a los vencidos de la guerra de 1936-39.
El autor teatral fallecería en 1993, dejando sin publicar un artículo que estaba preparando para "ABC" que comenzaba con un profundo pensamiento: «Nunca le perdonaré a la felicidad no haberme hecho saber que era feliz cuando lo era».
Los dejo con el reportaje que publicó en enero de 1983 el "Dominical" del "Ya" y de su cadena de periódicos asociados Edica, en el que el dramaturgo elegía su "foto preferida" porque reflejaba su papel como actor en la obra que él mismo había escrito, cosechando un gran éxito. Lo cierto es que no a todos los autores dramáticos les es dada la oportunidad de representar ante el público el producto de su ingenio. Él sí tuvo ese privilegio.

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