Amboise, última morada de Leonardo Da Vinci, abre una puerta a su noble pasado

Fotos: Juan Girón Roger.
Leonardo da Vinci ya se hallaba en sus últimos años creadores, a los 64, cuando el rey de Francia Francisco I le ofreció asilo y protección en 1516, 10 años después de que pintara su célebre Mona Lisa.El genio de Toscana que quería hacer volar al hombre viajó desde Italia hasta Francia, a la zona del río Loira, para habitar en la ciudad de Amboise, en el palacio de Clos Lucé, residencia juvenil del rey, una mansión erigida junto al castillo de Amboise y unida a él por pasadizos subterráneos. El rey le estaba dando una estabilidad financiera que no tenía en Toscana y además lo dejaba "soñar, pensar y trabajar" en total libertad. La calma y la dicha no duraron mucho.Sería sepultado tres años después, a los 67 , en el castillo de Amboise, tras fallecer en la placidez de su cama del vecino palacio castillo un 2 de mayo."Así como un día bien utilizado brinda un sueño feliz, una vida bien empleada procura una muerte feliz", había dicho Da Vinci.
Fue un duro golpe para el rey, que llamaba "padre" al artista toscano y admiraba su obra y su talento como director de sus celebraciones reales ( para las que diseñó un autómata), ingeniero, arquitecto urbano para la ciudad de Romorantin ( departamento de Loir-et-Cher), pintor, escultor, dibujante e inventor del "sfumato" técnico que daba ese aspecto nebuloso a los rostros de sus modelos, así como creador de máquinas de guerra como ingeniero militar.
Da Vinci se cuidaba; era vegetariano y se alimentaba de los platos que le preparaba su cocinera francesa Mathurine. En su viaje desde Toscana, no llegó con las manos vacías: había llevado consigo tres tesoros artísticos -la Mona Lisa, San Juan Bautista y la Virgen María con Santa Ana.Para ver algunas de estas obras hoy es preciso pasarse por el museo del Louvre de Paris.
El castillo de Amboise, en el departamento de Indre-et-Loire, además del sepulcro de Da Vinci -en la capilla de San Huberto-, es uno de los grandes exponentes de los castillos renacentistas que jalonan el valle del río Loira, reconocidos como patrimonio de la Humanidad por la Unesco hace más de 20 años. Allí nació el rey Carlos VIII y pasaron temporadas Luis XII, Enrique III y Luis Felipe I. Además, el jefe de la resistencia contra la colonización francesa en Argelia, el emir Abd al-Qadir, que se había rendido en 1847 a las fuerzas galas fue encerrado, un año más tarde, en los calabozos del castillo. Ahí pasó cuatro años encarcelado hasta que Napoleón III tuvo la magnanimidad de soltarlo. Argelia sería una provincia francesa desde 1830 hasta 1962, año en que la ocupación francesa dio paso a la independencia argelina, lograda por las armas en una sangrienta y desigual guerra .
El castillo de Amboise, en el departamento de Indre-et-Loire, además del sepulcro de Da Vinci -en la capilla de San Huberto-, es uno de los grandes exponentes de los castillos renacentistas que jalonan el valle del río Loira, reconocidos como patrimonio de la Humanidad por la Unesco hace más de 20 años. Allí nació el rey Carlos VIII y pasaron temporadas Luis XII, Enrique III y Luis Felipe I. Además, el jefe de la resistencia contra la colonización francesa en Argelia, el emir Abd al-Qadir, que se había rendido en 1847 a las fuerzas galas fue encerrado, un año más tarde, en los calabozos del castillo. Ahí pasó cuatro años encarcelado hasta que Napoleón III tuvo la magnanimidad de soltarlo. Argelia sería una provincia francesa desde 1830 hasta 1962, año en que la ocupación francesa dio paso a la independencia argelina, lograda por las armas en una sangrienta y desigual guerra .
El castillo de Amboise, en el departamento de Indre-et-Loire, además del sepulcro de Da Vinci -en la capilla de San Huberto-, es uno de los grandes exponentes de los castillos renacentistas que jalonan el valle del río Loira, reconocidos como patrimonio de la Humanidad por la Unesco hace más de 20 años. Allí nació el rey Carlos VIII y pasaron temporadas Luis XII, Enrique III y Luis Felipe I. Además, el jefe de la resistencia contra la colonización francesa en Argelia, el emir Abd al-Qadir, que se había rendido en 1847 a las fuerzas galas fue encerrado, un año más tarde, en los calabozos del castillo. Ahí pasó cuatro años encarcelado hasta que Napoleón III tuvo la magnanimidad de soltarlo. Argelia sería una provincia francesa desde 1830 hasta 1962, año en que la ocupación francesa dio paso a la independencia argelina, lograda por las armas en una sangrienta y desigual guerra(en la que perdieron la vida entre 20.000 y 40.000 argelinos según el historiador Benjamin Stora, y donde, según las cifras aportadas por el ejéricto francés, sólo murieron 1.500 personas del país norteafricano).
Se trata, en suma, de una visita recomendable, ya que nos sumergimos en aquellos días, recorremos los pasillos frecuentados por la corte y nos paseamos por los jardines donde antaño los reyes cazaban jabalíes y otras piezas.O sea, el túnel del tiempo a cambio de una entrada al castillo-museo.¿Quién da más?

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