Los adeptos de la secta gnóstica aspiraban a superhombres a través del sexo.

Foto de apertura por cortesía de pexels-anna-shvets.
En los años 80 del pasado siglo, España era un hervidero de sectas. Las había de todo tipo. Unas, mesiánicas; otras, esotéricas y crípticas. Todas requerían una fe ciega y la aceptación de sus postulados. Y su caldo de cultivo eran los jóvenes despistados en sus creencias o fuertemente influenciables.
En aquellos años, yo colaboraba con varias publicaciones. Una de ellas era "Casual", una revista hermana de "El Caso¨, la publicación de Eugenio Suárez cuya redacción estaba en la calle Covarrubias de Madrid y cuyos periodistas especializados en sucesos daban cuenta de los crímenes más tremebundos del momento. "Casual" iba más allá del círculo de suicidios, accidentes con heridos y pérdidas materiales y personales, crímenes y asesinos, por lo que también trataba temas misteriosos, truculentos o que pudieran representar una cierta amenaza para la sociedad de entonces.
Hoy comparto con ustedes el reportaje que publiqué en "Casual", en marzo de 1981, sobre el movimiento gnóstico: hoy se hacen llamar Movimiento Gnóstico Cristiano Universal, aunque rinden pleitesía a la energía vital llamada Kundalini que se crea al unificarse la conciencia y el alma con el Brahman, divinidad hinduísta, y también obedecen ciertos principios de la secta de los Rosacruz. Esas creencias nos llegaron de América Latina y fueron importantes en el entorno de las sectas de aquellos años.Se ve que los años de la Transición política española abrieron también las puertas a todas esas creencias y prácticas que hasta entonces habían estado proscritas y persguidas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Jackeline Cacho, entre las mujeres latinas más influyentes de EEUU: "No podemos huir de los problemas"

Pablo Gonz: ¿Triunfar en la literatura comercial? Es posible, si te olvidas de los escrúpulos.

Vacaciones con el Expediente-X en la maleta