Juana Biarnés supo rescatar del artificio la imagen de la moda

Fotos de la Fundació Photographic Social Vision, publicadas en su mayoría en el diario "Pueblo". Sobre estas líneas, una modelo luce un vestido diseñado con páginas del citado diario vespertino junto a la rotativa del mismo.
Fue en 1962 cuando Juana Biarnés se subió, por primera vez como flamante empleada, en el montacargas de madera -bautizado como Paternóster por sus reminiscencias, supongo, con un confesionario móvil- que no se paraba en ningún piso y había que tomar al abordaje y abandonar con un saltito- de la planta baja de "Pueblo".
El célebre rotativo lo dirigía en aquellos días el temido y respetado Emilio Romero, un periodista que conocía a fondo el oficio y "dio la primera alternativa" a profesionales que se convertirían en grandes nombres del periodismo y la comunicación.
Juana tendría que saciar el apetito de fotos de relumbrón que caracterizaba al exigente director nacido en Arévalo cuando se convirtió en la primera reportera gráfica de deportes del diario de la tarde de la calle Huertas de Madrid, que Romero había dirigido desde 1952 y cuyo timón no dejaría hasta 1976. Y cabe decir que Juana Biarnés estuvo a la altura de las circunstancias.
Pasó una década en su plantilla, dando muestras de un gran talento con su cámara. Una vez que dejó el diario para ejercer como fotógrafa oficial del cantante Raphael, pasaría por el matutino "ABC" y más tarde, acabaría trabajando para la agencia Sincro Press en los 80 del pasado siglo. Allí comprendió que tenía que competir no ya con quienes exprimían como ella la psicología del personaje fotografiado, sino con una nueva raza de profesionales: los paparazzi que se autodefinían como "ladrones de fotos". La profesión había dado un vuelco y se había llevado por delante al esteta dejando en su lugar al mero operario fotográfico sensacionalista y sin imaginación. Presa de la desilusión frente a un oficio que estaba cambiando de esa manera, acabó por cambiar cámaras y objetivos por fogones y perolas para dedicarse a la gastronomía en un restaurante de Ibiza. Nos dejó en 2018.
Karina, con el vestido que llevó a Eurovisión.
La actiz argentina Rosanna Yanni, muy popular en nuestro cine durante los años 70 y 80.
La Sala Canal de Isabel II de la calle Santa Engracia de Madrid brinda a la fotoperiodista un homenaje a partir del 28 de febrero y hasta el 23 de julio: ”Madrid/Moda a pie de calle”.
Esta muestra se centra en su visión para la moda en entornos cotidianos –las calles del centro y del extrarradio de Madrid-, alejados del artificio que suele rodear a este tipo de imágenes, y que fue una de las facetas distintivas de la concepción gráfica de la Biarnés -una aplicación a la imagen del principio de que, en comunicación, "menos es más" y no hay que sobrecargar el mensaje-. Y eso que Juana Biarnés estuvo rodeada en su trabajo por los fastos de la fama y la popularidad, pues inmortalizó a artistas como los Beatles, Orson Welles,, Raphael, Manuel Benítez, El Cordobés, Carmen Sevilla, Serrat, Salvador Dalí y tantos otros, en medio de una España cambiante que se abría al mundo tras 20 años de aislamiento.
Juana, Juanita (como rezaba su tarjeta de visita: Juanita Biarnés, reportera gráfica de deportes), Joanna destacó con sus retratos e instantáneas en las secciones de deportes, actualidad, sociedad y moda, aspecto éste último en el que la Biarnés fue precursora en España como fotógrafa profesional femenina. Junto a Rosana Ferrero, elaboraró durante años la sección semanal que le dedicaba "Pueblo" a ese mundo en constante evolución de diseñadores, modelos y audaces planteamintos estéticos.
Pero no sólo el glamur de las páginas sociales, la competitividad del deporte y el brillo de la moda quedaron reflejados a través sus objetivos. La fotoperiodista también tuvo ocasión de tratar temas menos festivos. Como cuando destapó, junto a José Luis Navas para las páginas de "Pueblo", el escabroso suceso en un internado de Madrid regentado por religiosos donde se maltrataba a hijos de madres solteras. Su cámara actuó aquí como una herramienta casi matrimonial: “juntos para lo bueno y también para lo malo.”

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