¿Se atreve a asomarse a su resquicio más tenebroso?

Sabemos que el bien y el mal influyen en nuestras vidas. Una dualidad que no puede existir sin su contrario. Los secretos más profundos del alma humana a veces están tiznados de maldad. Y también sucede lo opuesto. Pero déjenme que los invite a descorrer la cortina oculta en el sótano y escrutar, aunque sea un momento, qué hay en esa zona tenebrosa, donde la maldad abraza a lo torvo, a lo amenazador, a lo angustioso y a la pesadilla recurrente.
Goya y sus Caprichos son un aspecto de este inframundo que por desgracia aflora a la superficie demasiado a menudo. Goya supo ver lo terrible del ser humano, su vileza, su tosquedad, su maldad, su lado de animal, de ave de rapiña. Fue nuestro Poe antes de que el poeta americano naciese. También fue precursor de los mundos apocalípticos y monstruosos que describiría un siglo más tarde el escritor H.P. Lovecraft.
La Fundación Ibercaja acaba de inaugurar en el Centro Conde Duque de Madrid una exposición en la que traza un inquietante paralelismo entre el mundo de los Caprichos de Francisco de Goya y Lucientes y las imágenes expresionistas, barrocas y surrealistas del artista cubano Fernando Fabelo ( nacido en 1950 en Camagüey, miembro de la llamada "generación de la esperanza cierta" y que ha colaborado con Gabriel García Márquez, ilustrando algunos de sus libros).
Fernando Fabelo, junto a una de sus obras. ( Foto: Redes sociales).
Goya nos lanza a la cara la pestilente, la hedionda fealdad de las cosas -como hacían con los novatos en la Facultad de Medicina los estudiantes veteranos, arrojándoles carne de cadáveres diseccionados ("carroña", la llamaban), según describió Maxence van der Meersch en "Cuerpos y almas"- que mezcla la ancestral brujería, el satanismo, las consecuencias de la Inquisición, los vicios humanos más abyectos, así como las gratuitas masacres a sangre fría de la población civil madrileña a manos de los soldados franceses invasores.
Por su parte, Fabelo - una de cuyas obras se vendió en subasta hace tres años por casi 400.000 dólares - ahonda en la personalidad humana y le arranca su peor esencia. Dibujos de rostros desfigurados que se convierten en muecas diabólicas bajo las mandíbulas de insectos voraces, esculturas de enormes cucarachas con cabeza de persona reptando por las paredes, grupos de rinocerontes esculpidos multicolores, quizá escapados del delirio de una mente agonizante. Para Goya, el sueño de la razón produce monstruos; para Fabelo, esas criaturas repulsivas no son sino la otra cara del ser humano, la que no vemos, aunque la tengamos delante de nuestros ojos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Jackeline Cacho, entre las mujeres latinas más influyentes de EEUU: "No podemos huir de los problemas"

Pablo Gonz: ¿Triunfar en la literatura comercial? Es posible, si te olvidas de los escrúpulos.

Vacaciones con el Expediente-X en la maleta