Valle-Inclán, en toda intimidad

El pontevedrés Ramón María del Valle-Inclán fue una figura clave del modernismo literario en España. Vivió en México y sobre todo, en Madrid, donde se dio a conocer en tertulias y a través de abundantes artículos en la prensa ("El Globo", "La Ilustración Ibérica"). Era funcionario del Estado y su sueldo le permitía llevar una activa vida social y además no le hacía sentir, como a otros autores, la presión de tener que publicar para satisfacer pilas de deudas impagadas.
Valle Inclán, con su acento galaico y su ceceo al hablar, era hombre de criterios arraigados, al que siempre le gustaba tener la última palabra, y quiza eso llevó a la encendida discusión en la que un bastonazo metálico asestado por el periodista Manuel Bueno en su brazo izquierdo resultó en la amputación del mismo (es curioso: esto me hace pensar en el Manco de Lepanto, Miguel de Cervantes -una analogía que no desagradaba al propio Valle-Inclán-, aunque en el caso del autor gallego, no hubo guerra de por medio, sino un triste altercado con los ánimos demasiado exaltados durante una tertulia en el Café de la Montaña).Con todo, Valle-Inclán no era rencoroso y volvería al escenario de su desgracia para comentarle a su agresor: "Tranquilo, que el brazo con el que escribo es el otro".
Precisamente sobre este periodista, novelista, poeta, dramaturgo exponente del modernismo, al que debemos las "Comedias Bárbaras" y la creación del "esperpento" literario, entre otras muchas obras inmortales, el Colexio de Fonseca de la Universidad de Santiago de Compostela, acaba de presentar una muestra sobre su mundo personal y reservado.
El visitante a la exposición podía husmear en los efectos personales de Valle-Inclán como si éste le hubiese prestado un juego de llaves de su residencia del número 5 de la madrileña la calle de Francisco de Rojas.
Valle-Inclán era una persona muy imaginativa, también vehemente, que igual se mostraba solemne, que socarrón, imbuyendo muchas de sus obras de una descarnada sátira que no respetaba casi nada del momento que vivía este país."Lo mismo da triunfar que hacer gloria la derrota", sentenció el genio de Villanueva de Arosa ( Pontevedra) que fallecería en 1936, seis meses antes del estallido de la guerra civil en España.

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