Pablo Gonz: ¿Triunfar en la literatura comercial? Es posible, si te olvidas de los escrúpulos.

Fotos: Juan Girón Roger.
En un rincón del centro de la famosa y desconocida Sevilla, en el número 1 de la calle de San Roque, se encuentra “El perro”, una librería de ejemplares de lance con carácter propio. En sus estanterías, reposan volúmenes de segunda mano que han sido elegidos con cariño, pensando en el potencial lector que los abrirá un día para descubrir mundos e ideas nuevos: novela, poesía, filosofía e historia. No en vano, el dueño del establecimiento es un escritor: Pablo Gonz, sevillano de 55 años, que compagina la creación literaria con la venta de libros de segunda mano que pueden adquirirse en su tienda hasta al peso (a 10 euros el kilo). Pablo regenta su librería, “tienda de cosas bellas”, junto al museo de Bellas Artes.
Comenzó su andadura literaria en 1992. Se sintió atraido por temas distópicos, humanistas, irónicos. No le fue difícil que editasen y publicasen sus textos: sus obras comenzaron a ser reconocidas con premios: “La pasión de octubre” (1996), “Los hijos de León Armandiaguirre” (1998) … “Soy ecléctico”, explica. “Pero siempre vuelvo a los escenarios que me gustan: lo irónico, lo festivo, lo lúdico. Y me río de mi mismo principalmente. Curiosamente, la literatura de humor es mal recibida en España, donde lo dramático tiene mayor aceptación. Eso lo achaco a que a las personas nos hacen sufrir las mismas cosas, pero nos divierten situaciones diferentes. Y eso que España e Inglaterra somos de los países más irónicos que existen”.
Pablo Gonz, que en principio estudió Geografía e Historia, se confiesa influido por León Tólstoi, Ivo Andric, Charles Dickens, P. G. Woodehouse, G. K. Chesterton y Hector Hugh Munro Saki”. Admite que “Kafka me mostró el camino, y también el realismo mágico de García Márquez”. Pero ya se sabe, ya lo formuló Mariano José de LarraFígaro”, escribir en España es llorar. Pablo Gonz no vive de la literatura, sino de la librería. “Es muy complicado poder dedicarse sólo a la literatura y vivir de ella”, comenta. “En España sólo una treintena de personas es capaz de vivir exclusivamente de los libros que escriben. Y lo cierto es que en este país, nadie pasa de 200.000 ejemplares”.
Con todo, el escritor sevillano brinda algunos consejos a aquel autor en ciernes que esté pensando en aventurarse por la senda de la literatura profesional. “Debe preguntarse y responder con franqueza: ¿Quiero escribir por amor a la literatura o por amor al mercado? Son dos cosas totalmente diferentes. En el primer caso, le recomendaría que siguiera su instinto y se sintiese muy libre de hacer lo que desee. La literatura y el arte son temas de libertad. Si, por el contrario, lo que quiere es triunfar en el mercado, deberá extirparse cualquier tipo de escrúpulos, ser capaz de imitarse a si mismo y a otros, traicionarse, escribir una y otra vez el mismo libro una vez que triunfe el primero, convertirse en funcionario de la literatura. Así es posible que triunfe de forma mercantil, pero no producirá literatura de mérito”.
Gonz me mira con fijeza y lanza un pensamiento con evidente carga de fondo: “El escritor es un envoltorio que va junto a su obra. Existen moldes de escritura que se rellenan generación tras generación. Es un cargo hereditario”. En la imprenta está su “Experto en silencios”, la última -por ahora- “obra irónico festiva” de Pablo Gonz. Pronto estará disponible en las estanterías de “El perro”, en ese rincón de la famosa y desconocida ciudad hispalense.

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