Antonio Alcoba y su máquina del tiempo

Al adentrarse en la exposición fotográfica de Antonio Alcoba, en el museo de Historia de Madrid, accedemos a una dimensión, para muchos, desconocida: la del Madrid de los años 60 del pasado siglo.
Era el tiempo en que la capital de España “madrileñeaba”, parafraseando a Jacques Brel y su Bruselas que “bruseleaba”. Aquella fue una época de inopinada libertad (“yo hacía lo que me daba la gana, siempre lo hice”, confiesa el veterano fotógrafo), años de la minifalda, los yeyés, del Parque Sindical, los Seats 600, los Biscuters , la Feria del Campo, el desfile de la Victoria, la conmemoración de los “25 años de Paz” de 1964, los rodajes madrileños de Samuel Bronston, la base aérea americana de Torrejón de Ardoz, la lucha libre en el campo del Gas, los almacenes SEPU, el desarrollismo, la radio y la televisión en competencia paralela y de Madrid como faro que atraía la mano de obra del resto de España.
En aquellos días se iban poblando los descampados del barrio de la Concepción y las Ventas, se hacían obras en Alonso Martínez, en la glorieta de Bilbao… Pero todo aquello había que verlo con una mirada distinta, la de Antonio Alcoba, un profesional que no hacía fotos como los demás. Su instinto del oficio y su concepción del encuadre, la luz y la composición logró siempre instantáneas que se rifaban los jefes de redacción de medios como “Arriba”, “Ya”, “Blanco y Negro”, “Gaceta Ilustrada”, “Triunfo”, “Madrid”, “Informaciones” o “Pueblo”.
En Arriba, le entregaba las fotos a [Enrique] de Aguinaga (…) Yo lo aprendí todo de [José] Pastor, que luego se enfadaba porque decía que yo le copiaba”, recuerda Alcoba en un video que se exhibe en la muestra.
Alcoba llevó la antorcha en los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992.
Antonio Alcoba había empezado como botones en el diario “Arriba” y llegaría a ser ayudante ocasional de José Pastor (que fallecería en 2010), quien sería una inspiración para él y lo introduciría en el mundo de las cámaras. Antonio Alcoba desarrolló una intensa trayectoria detrás del objetivo como cronista de la actualidad madrileña. Ahora nos deja unos retazos de la vida de la prodigiosa década de los 60. Tiempos que nunca volverán y cuya memoria visual sobrevive gracias a instantáneas como las logradas por la mirada penetrante de Alcoba.
La Nikon F de Antonio Alcoba

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