Casas Bailly: sobrecogedora joya modernista y morada de ratas.

¿Recuerdan el hotel Bates donde la chica rubia muere apuñalada en la ducha (“Psicosis” de Hitchcock)? ¿Y el hotel Overlook donde un escritor desquiciado masacra a su familia con un hacha (“El resplandor” de Kubrick)? Ambos son lugares de ficción, creados por la imaginación calenturienta de Robert Bloch, en el primer caso, y de Stephen King, en el segundo. Les menciono estos dos hoteles porque en Cambre, A Coruña, se alza sobre una colina un edificio singular que recuerda a los siniestros hoteles que he citado. No en vano, el cine también eligió esas instalaciones como localización de una película de tema fantasmal (“ Blanca Madison”, de Carlos Amil).
Se trata de las casas Bailly, actualmente pasto del vandalismo y los okupas. Se construyó entre 1920 y 1924 del pasado siglo en una parcela de 30.000 metros cuadrados. Su propietario, Julio López Bailly, coruñés con negocios en Argentina, residía en Madrid y quería inaugurar un hotel exclusivo en tierras coruñesas. Al final, la construcción sirvió de residencia veraniega para él y su familia. Aspiraba a tener una lujosa residencia al estilo del Gran Gatsby en el corazón de Galicia. Sus arquitectos ( Tenreiro y Estellés) concibieron una construcción modernista, con 22 habitaciones, una gran escalera en los jardines, un lucernario sobre el recibidor, varios salones, cocina, habitaciones para el servicio y establos.
El propietario salió de España en 1936, tras el estallido de la guerra civil, con lo que las casas Bailly quedaron abandonadas. No pasó mucho tiempo hasta que la edificación fuese vendida por un millón y medio de pesetas a los vencedores de la contienda civil que la utilizaron para centro de formación (escuela de mandos) e incluso se cuenta que en sus sótanos hubo calabozos donde estuvieron encerrados presos republicanos.
En 1981 se cerraron aquellas instalaciones y desde entonces se produjo la caída en picado del edificio. El complejo constaba de dos cuerpos divididos en dos alturas, buhardilla y sótano, pero en la actualidad solo se conserva la vivienda principal. Su antaño fastuosa decoración, sus mosaicos, sus maderas nobles fueron deteriorándose por el tiempo y por la mano del hombre. El Concello se hartó de poner tapias que impidiesen el acceso al inmueble, ya que los vándalos acababan siempre por echarlos abajo. Así, las casas Bailly están incluidas desde mayo de 2018 en la lista roja de Patrimonio, que censa los elementos patrimoniales en riesgo de desaparición.
Se habla de restaurar las casas Bailly y convertirlas en un auditorio o en una biblioteca; también de levantar un centro comercial en torno a la mansión modernista una vez que se rehabilite. Pero paliar los estragos causados por el continuo deterioro y los incendios de 1969 y 2012 va a requerir una fuerte inversión que las autoridades municipales han estimado en 3 millones de euros. Si no se acomete esa reforma, las casas Bailly seguirán deshaciéndose mientras dan cobijo a okupas, vándalos y otros “hijos de la noche”... y así continuará hasta que sus últimos muros acaben por desmoronarse.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Annick Vandorpe: cuando la ficción te arrebata las riendas.

Pablo Gonz: ¿Triunfar en la literatura comercial? Es posible, si te olvidas de los escrúpulos.

Diario "Pueblo": cuadragésimo año tumbal.