Sevilla: ¿Por qué su plaza de España es un mosaico de nuestra historia?
Texto y fotos: Juan Girón Roger.
La Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla nos ha dejado dos conjuntos monumentales que ya se cuentan entre las principales atracciones de la capital hispalense. Me refiero al Casino de la Exposición y a la Plaza de España. El Casino de la Exposición se diseñó junto al Parque de María Luisa y la Plaza de España como Pabellón de Sevilla en aquella Exposición Iberoamericana. Su arquitecto, el valenciano Vicente Traver y Tomás, cuando lo levantó en 1926, optó por un estilo barroco que aún hoy, como centro cultural, llama la atención de sus visitantes.
La Plaza de España, junto al Parque de María Luisa, es un proyecto mucho más ambicioso. Obra del arquitecto sevillano Aníbal González, tardó 15 años en terminarse. Pero el esfuerzo fue premiado con el éxito: se convirtió en la construcción más grande de la Exposición Iberoamericana de 1929 y, de paso, en una joya arquitectónica que no deja a nadie impasible: una plaza semicircular (en referencia al abrazo entre Sevilla y las que fueran colonias españolas y de Portugal) con un edificio con torre -cada una de ellas representa a uno de los Reyes Católicos- en cada lado (un dato curioso: la Academia de Bellas Artes llegó a oponerse a su construcción para que no le hiciesen sombra la Giralda), escaleras monumentales, 52 relieves cerámicos con motivos de la historia de España, galerías caprichosas, una fuente central y una ría que pasa por cuatro puentes bajo los que navegan pequeñas góndolas.
Puro estilo regionalista que fusiona las tendencias renacentista, barroca y neo morisca. Se privilegia el hierro forjado, la cerámica vidriada, el ladrillo moldeable y la madera tallada procedente de la artesanía local. No en vano, cuando se inauguró la plaza, Alfonso XIII exclamaría: “Señores, yo sabía que esto era bonito… ¡pero no tanto!”.
El arquitecto de la Plaza de España nunca imaginó que parte de ese complejo sería utilizada por el Séptimo Arte como exteriores de películas muy taquilleras. Y es que este célebre rincón de la ciudad sirvió de escenario a películas como “El ataque de los clones” (de la saga de “La Guerra de las Galaxias”), “Lawrence de Arabia”, “El viento y el león”, o “El dictador". Por su tremendo valor evocador de fantasía, la Academia de Cine Europeo reconoció a esta plaza como Tesoro de la Cultura Cinematográfica Europea. Porque estamos hablando de nada menos que 50.000 metros cuadrados de simbología, de historia y de detalles curiosos.
De acceso gratuito, a diferencia del parque Güell de Barcelona, la Plaza de España de Sevilla busca financiación para su mantenimiento. El Ayuntamiento de Sevilla propuso a comienzos de este año cerrarla y cobrar por el acceso de forma que la recaudación se invirtiese en una escuela taller de cerámica que garantizase que el monumento se conserva en buen estado. El Gobierno central rechazó la propuesta municipal.
La imaginación echa a volar desde que franqueamos el acceso a esta plaza sin igual. No estamos en un palacio de El Cairo (como nos hicieron creer en “Lawrence de Arabia”) ni nos paseamos por el Palacio Real de la ciudad intergaláctica de Naboo (según nos propusieron los guionistas de la saga de “Star Wars”). Estamos en el corazón de Sevilla. Una ciudad que crea vínculos. Ya lo dijo el malogrado músico Daniel Barenboim, “Sevilla es nuestra casa, el lugar donde siempre deseamos volver”.
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