Peter Fonda: "He aprendido a expresarlo todo en 60 segundos"

Era hijo de un actor célebre de Hollywood, Henry Fonda, con quien no se llevaba nada bien. A los seis años lo había enviado a un colegio interno. Y cuando terminó, las cosas no mejoraron, en especial tras el suicidio de su madre en un sanatorio mental cuando el chico tenía 10 años de edad. Al año siguiente, a Peter se le escapó un tiro en la tripa de forma accidental, por lo que estuvo a punto de morir. Y eso que hasta que cumplió los 15 años, no le contaron la tragedia de cómo su madre -deprimida porque su esposo le había pedido el divorcio para casarse con una mujer más joven- murió en la clínica al rebanarse el cuello con una navaja barbera.
Lo cierto es que la relación con su padre se enrareció hasta el punto de no cruzar palabra en su presencia, ya que parece que Henry Fonda tenía una personalidad compleja, no dudaba en infligir castigos físicos a Peter y pasaba más tiempo orando que hablando con sus hijos. De hecho, cuando falleció Henry Fonda, Peter y su hermana Jane descubrieron que su padre los había desheredado.
Al neoyorquino Peter Fonda –quien, andado los años, sería padre de la también actriz Bridget Fonda- le tocó en suerte el papel de hermano díscolo de Jane Fonda. Ella también fue contestataria, hizo carrera en el cine, en la difusión de los ejercicios de aerobic y acabó casándose con el multimillonario magnate de la comunicación, creador de la CNN, Ted Turner.
Peter hizo varias películas, obras de teatro, apareció en series de televisión como “La hora de Alfred Hitchcock” o “Caravana” y el director Robert Rossen le dio varios papeles para la gran pantalla. Convertido en un marginado, con los cabellos largos, abusaba del LSD ( se cuenta que, en cierta ocasión, lo pillaron en un despacho –en compañía de Jack Nicholson y Dennis Hopper- esnifando la urna con las cenizas de la esposa de un gerifalte de Hollywood). Peter no era ni un actor ni un guionista al que los productores se rifasen. Pero se codeaba con The Beatles, con The Byrds y con el director de películas de serie B Roger Corman, con quien -entre viajes psicodélicos- colaboró en algunos largometrajes.
Pero la que lo llevó a la fama fue “Buscando mi destino” ("Easy Rider") , cuyo guión –que él contribuyó a escribir- y él mismo, como mejor actor secundario, fueron oscarizados en 1969. Esta película, que Peter produjo, co-escribió y además interpreto, se convirtio en símbolo de la contracultura en EEUU. Además, como lo gentil no quita lo valiente, fue un éxito comercial apabullante que, con un presupuesto de 360.000 dólares, obtuvo ingresos de taquilla de más de 40 millones de dólares.
Siguieron más películas con Nicholson y Hopper y, ya en 1997, sería nominado por la Academia como mejor actor por su papel en “Ulee´s gold”(que aquí se llamó "El oro de Ulises"). Así como su padre, Henry Fonda, siempre dio la imagen del ciudadano americano de orden, que cumple la ley y las normas, Peter tomó el camino opuesto y, desde joven, mostró su desacuerdo con la represión contra los jóvenes, apoyó causas medioambientales y encarnó el espíritu hippy /beatnik.
Nunca se guardó para sí sus opiniones, por controvertidas que fueran. Llamó al presidente Barack Obamapuñetero traidor¨ y para criticar la política de inmigración del presidente Trump, afirmó que al hijo de Donald Trump, Barron, “tendrían que separarlo de su madre y meterlo en una jaula con pedófilos”, una declaración por la que más tarde pediría disculpas públicamente.
Falleció en 2019, a los 79 años, como consecuencia de un cáncer de pulmón.
Los dejo con la entrevista que publicó la revista “Human” en 1986, con una instantánea que ayuda a comprender el talante del personaje lograda con la cámara del siempre portentoso José Antonio Rojo.

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