Rock español: un cóctel muy cargado de pasión y furia

Buenas noches, bienvenidos Hijos del rock and roll Os saludan los aliados de la noche.
Así comenzaba una célebre canción del granadino Miguel Ríos, lo más parecido -aunque salvando las distancias y el chauvinismo galo - al Johnny Hallyday de los franceses que hemos tenido en España. El palacio Longoria de Madrid, sede de estilo Art-Deco de la Sociedad General de Autores de España, alberga estos días una exposición que rinde homenaje a algunos de los grupos de rock que brillaron en nuestro país en las décadas de los 60 a los 80 del pasado siglo.
Me ha llamado fuertemente la atención la ausencia del mítico grupo Lone Star, nacido en la Ciudad Condal en 1958 -el rock comenzó a ser popular en nuestro país entre 1957 y 1958- y que ha estado dando conciertos de rock hasta los años 2000 (recuerden por ejemplo “Mi calle” y “Layla”) , con Pedro Gené como voz solista -también brillan por su ausencia grupos pioneros como Los Estudiantes, Los Rocking Boys, Chico Valento, Rocky Kan, Los Pájaros Locos, Los Milos, Los Catch As Catch Can, el Dúo Dinámico, Los Blue Boys, Kurt Savoy, , así como Los Módulos, Los Pekenikes, Los Relámpagos, Los Pop-Tops, Los Bravos, Los Sirex, Micky y los Tonys, Burning, Celtas Cortos, Fórmula V, Màquina! -que inició el rock progresivo en este país-, los gallegos Semen Up; La Unión (“Lobo hombre en Paris”) ; Joaquín Sabina (que empezó con una banda de rockabilly); Héroes del Silencio (“Entre dos tierras”); OBK, la réplica española a Depeche Mode; Loquillo y los Trogloditas, Alaska y los Pegamoides, La Orquesta Mondragón, Rosario Flores -rock andaluz- y un larguísimo etcétera). Al margen de esos lapsus (que convierten la muestra en una fracción del paisaje rockero español), el visitante tiene ocasión de pasar revista a algunos de los grupos más significativos que dieron la batalla a los conjuntos extranjeros con un rock de factura hispánica.
A la cabeza de esta exposición destaca Miguel Ríos (“Mike Ríos”, en sus inicios) , que comenzó su andadura rockera en los 60 del pasado siglo. Su versión cantada del “Himno a la alegría” de Beethoven vendió siete millones de copias. Otros de sus títulos célebres fueron "Vuelvo a Granada", "El río", "Al-Ándalus", "Los viejos rockeros nunca mueren", "Rock & Roll Boomerang"...
Miguel Rios y Rosendo.
Dentro del panorama del rock duro devenido rock urbano se dan la mano los sevillanos Smash, que simbolizaron desde finales de los 60 la contracultura; Mago de Oz ; Parálisis Permanente; Siniestro Total; Obús, nacidos en 1980 y responsables de la popularización de la iconografía del heavy metal en España: cuero, balas, pinchos; Asfalto y su “Capitán Trueno”(1972): “Ven Capitán Trueno, haz que gane el bueno”; Leño, fundado por Rosendo Mercado en 1977; Barricada, que vio la luz en Pamplona en 1982 y Barón Rojo, que tomó carta de naturaleza en 1980.
El tremendismo -esta silla eléctrica añadía tensión al concierto- no faltaba en las actuaciones de rock españoles, al más puro estilo de Alice Cooper (que obsequiaba a su público con algunos latigazos), Frank Zappa (llenó de nata una girafa disecada con una manguera en su interior que descargó sobre las audiencia, y también gritó "¡Fuego!" en un teatro de Montreux atestado de espectadores y logró que salieran en orden y con precisión suiza) u Ozzy Osbourne ( llegó a arrancarle la cabeza de un mordisco a un pobre murciélago en el escenario).
Mención aparte merece el llamado rock andaluz, en el que haría sus pinitos el propio Miguel Ríos (particularmente con “Al-Ándalus”). Este estilo arrancó en los años 60 y se lo llamó flamenco rock, con raíces en el rock y su variante progresiva, así como en el flamenco. Triana y su “Hijos del agobio” marcaron un hito; fundados en 1974, popularizaron el rock andaluz y en su primera formación, incorporaban a Dolores Montoya y a Manuel Molina; sus composiciones cuidaban mucho la letra y la música estaba muy cerca del rock sinfónico. También, Medina Azahara fueron otros de los padres del rock andaluz y supieron dotarlo de estudiados ritmos y mensajes.
Medina Azahara, padres del rock andaluz.
Por cierto, un local clave en Madrid en los tiempos de la Movida fue La Vía Láctea, en el barrio del Dos de Mayo, donde entre copas y pantallas de televisión que emitían clips musicales se escuchaba el rock clásico y también el más novedoso en aquella década de los 80.
Foto: Juan Girón Roger.
En suma, el rock supuso en España una vía para la protesta en tiempos poco proclives a escucharla y sobre todo, un vehículo para expresar las esperanzas, las frustraciones y los principios de los jóvenes airados y contestatarios de mediados de los 50 del pasado siglo. Corrían los tiempos en que era patente la presencia estadounidense en nuestro país -y éste se mostraba permeable a su cultura- a través de bases militares y colaboración con las autoridades patrias, con la guerra fría como telón de fondo.
La sociedad española estaba madura para asimilar aquellos nuevos ritmos. Casi toda (véase la vitriólica crónica periodística de más abajo), y los que no, se quedarían anclados en décadas anteriores. Ya lo dijeron los músicos del grupo británico Jethro Tull: “Demasiado viejo para el rock & Roll, demasiado joven para morir”.

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