Archivo General de Indias: los legajos de una gesta.

Fotos: Juan Girón Roger.
Entre sus paredes se encierra la mayor parte de los documentos de la conquista de América conocidos, y otras piezas únicas. Alberga uno de los fondos americanistas más grandes del planeta, con más de nueve kilómetros de estanterías que atesoran más de 43.000 legajos. Hablamos del Archivo General de Indias, que, cerca del río Guadalquivir, junto al espectacular Ayuntamiento de Sevilla, la excelsa Catedral (con la tumba de Colón, a cuyos restos se les han hecho las pruebas de ADN y confirmado que son las auténticas) y el inmenso Alcázar sevillanos queda a veces un tanto en la sombra.
La edificación -Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1987- se halla en la antigua Casa Lonja de los Mercaderes, que diseñara el mismísimo Juan de Herrera, quien había diseñado el Monasterio de El Escorial. Fue en 1538 cuando Felipe II -el emperador que forjó el primer imperio global donde nunca se ponía el sol- ordenó que se comenzasen las obras de la Casa Lonja de los Mercaderes cuya misión no era otra que dar cabida a las actividades comerciales vinculadas a las Indias.
Entre los documentos resaltables que se pueden ver entre sus paredes destaca el Tratado de Tordesillas (1494) por el que los Reyes Católicos y el rey Juan II de Portugal -emparentados por lazos familiares- se repartían el Nuevo Mundo, estableciendo “una línea de polo a polo”, con la circunstancia de que la cartografía no era muy exacta en aquellos días y la mayoría de las discrepancias se tenían que resolver hablando, discutiendo las cosas de buena fe y se llegaba a una solución aceptable para ambas partes. De las dos versiones del Tratado, la portuguesa es la que se guarda en Sevilla, mientras que la castellana se conserva en el Archivo Nacional da Torre do Tombo de Lisboa.
Destaca también el legajo que rinde cuentas del primer viaje de circunnavegación de Magallanes y Elcano (1519-22), así como la carta que Elcano dirigió al Emperador Carlos V en 1522 para contarle su viaje una vez que hubo llegado a Sanlúcar de Barrameda: de las cinco naves que habían zarpado, sólo regresó una con 18 personas a bordo (el infortunado Magallanes pereció en aquella misión de audaces). Fue el precio de hacer realidad la primera vuelta al mundo de la historia.
En una de sus salas, puede verse el busto de Hernán Cortés, conquistador de México, procedente del vaciado del que tenían en Sicilia sus descendientes y herederos y que se halla en el Hospital de Jesús (México) donde reposan sus restos, con lo que nos podemos dar una idea del aspecto que tendría este descubridor castellano tan controvertido por su temperamento indómito y su escasa disciplina hacia las órdenes reales. Fallecería en Castilla a los 52 años, tras haber guerreado, sobrevivido a la Noche Triste, procurado a la Corona inmensas riquezas y facilitado, de paso, la evangelización de esa parte de Mesoamérica.
Otro lienzo que se puede contemplar es un interesante retrato de Cristóbal Colón, del siglo XVIII, donado por el Duque de Veragua (título creado por la Corona española para los herederos de Colón).
Estos días, además, el Archivo general de Indias ofrece una muestra muy ilustrativa, con documentos europeos allí guardados de los siglos XV al XIX. Se exhiben documentos que dan fe de la comunicación entre el Viejo y el Nuevo Mundo a través de escritos oficiales para quienes cruzaban aquel inmenso charco. Fue entre los siglos XV y XIX cuando otras potencias europeas tuvieron presencia en América y Asia, no siempre en coalición con España. La muestra da fe de lo europeo en América y lo americano en Europa.
En 1763, España recibió de Francia la cuenca del Misisipi en compensación por la pérdida de la Florida (Tratado de París). Nació así la Luisiana española que en 1801 volvería al dominio francés merced a otro tratado (Tratado de Aranjuez). Dos años mas tarde, el Primer Cónsul del Directorio francés, Napoleón Bonaparte, vendería ese territorio a Estados Unidos por 15 millones de dólares. El documento es un poder firmado por Napoleón para que Pierre-Clément Laussat recibiera la Luisiana española en nombre de la República Francesa.
Completan la muestra diversos documentos de viaje, permisos de tránsito entre un continente y otro y listas de pasajeros que optaron por dejar atrás la Vieja Europa y establecerse en las Américas, tras un laborioso proceso burocrático antes de recibir el visto bueno de España para trasladarse al Nuevo Mundo, un vasto territorio que Colón, al mando de la misión de la Corona española, había descubierto el 12 de octubre de 1492.

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